Un mar de palabras. Por Amelia Pérez de Villar

Palabras borrosas en sus cajoncitos... quién sabe qué encierran.

Palabras borrosas en sus cajoncitos… quién sabe qué encierran.

Un mar de palabras

Cierro el curso tras un mes de julio que más bien ha sido un agosto en la ciudad. El cansancio, el calor, y cierto desánimo han hecho que desatendiera un poco el tajo, con la lamentable contrapartida de no haber hecho otra cosa ni de utilidad ni de gratificación. Sucede a veces, que ni el cuerpo ni el alma ni la mente te acompañan, o que no sintonizan y, si no hay un imperativo (llamado fecha de entrega en nuestro caso) que nos ate a la mesa, unas cosas se relajan y otras de bloquean. Por haber vagueado tanto en julio, me tocará ponerme las pilas en agosto, cuando no quede nadie por aquí, muchas tiendas hayan echado la persiana y se haya desvanecido cualquier posible ocasión social de las que frecuento. Cierro con la terrible sensación de que me ha faltado “un poquitín así”, una pizca. Y eso desmoraliza un poco. Como afortunadamente nada es eterno, julio terminará y agosto también, y como cantaba Serrat, “vuelve el rico a su riqueza, vuelve el pobre a su pobreza y el señor cura a sus misas”. Así que ahí lo dejo. Me sentaría de maravilla haber cerrado estos meses de tan duro trabajo con un par de activos que no voy a mencionar aquí porque ello sería egoísta y desagradecido con tantos lectores felices y tantos reseñistas apasionados que han intentado aupar a mi Lola sobre esa multitud de Lolas de cartón piedra (¡ay, Serrat!) recauchutadas y más rarunas que la mía, pero famosas o con mejor tino. Y de tantos editores que han seguido confiando en mí. Me voy dejando, en este primer semestre y antes de este reguero de vaguería que se ha apoderado de mí en los últimos tiempos, una nueva traducción de Cumbres Borrascosas y una delicatessen del periodismo de guerra, tan de actualidad en estos tiempos convulsos: he subido otro peldaño: me he medido, en esta ocasión, con Kipling. Me voy agradecida a todos vosotros, lectores y amigos, aunque no del todo satisfecha. Me sumerjo en un mar de palabras, a terminar la traducción que tengo entre manos y a continuar con un ensayo que se me resiste. Vosotros disfrutad, que en nada llega septiembre… “Mañana” será otro día.

amelia-perez-de-villar

Amelia Pérez de Villar

Blog de la autora


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *