Europa soy yo
Ante las crisis de identidad que sufrimos y la necesidad imperiosa de un cambio de paradigma, ante un complejo presente y desafiante futuro, nos hace falta una gran dosis de inteligencia y de templanza para dosificar el aire que nos queda si no queremos llegar extenuados a la cumbre o verla como un espejismo más.
Aunque el tiempo no espere por nosotros y vivamos en un mundo tan cambiante y sujeto a sus propias leyes, (cambio climático, transición ecológica, nuevos retos tecnológicos, 5G…) da la sensación de que la historia de la Unión Europea y desde su fundación con la firma del Tratado de Roma en 1957, se haya escrito, a base de nuevos Tratados y adhesiones, a trompicones. Mejor dicho, la hayamos escrito. Y no todo vale. Y menos en Política.
Se hace más que nunca necesario, obligatorio, e incluso diría que saludable, parar, frenar y reflexionar. ¿De qué cumbre estamos hablando?. Dicho de otro modo y de manera imperativa: debemos hacer un alto en el frenético camino hacia no se sabe dónde (llenar los pulmones).
En segundo lugar, preguntarnos a dónde nos dirige toda esta vorágine del Brexit y toda su casuística económica, legal e incluso doméstica (de los anónimos vecinos de la frontera con Irlanda del Norte que tienen nombres y apellidos), hacia qué deriva también nos llevan los populismos y las vertientes extremistas, la crisis identitaria y de valores que venimos padeciendo, los movimientos migratorios y el guiño de una nueva recesión.
En tercer lugar, resolver las preguntas y ofrecernos respuestas. Despejar las “X”s de las “Y”s. El problema no es a dónde vamos sino a donde queremos llegar. La cuestión palpitante no es quiénes somos sino quiénes queremos ser. Es más, difícilmente podremos atajar complejas ecuaciones como la cuestión identitaria de Europa o el Islamismo radical, si antes no llevamos a cabo un momento de reflexión. Despejar incógnitas.
Un momento para la reflexión serena, un momento para el discurso dialogado (que tanto admiró Platón) es el que se han permitido y tomado Anna Bosch y Pablo R. Suanzes, en un diálogo ambicioso, de larga distancia en el que el lector tiene el inmenso gusto de transitar (incluso con la sensación de poder estar dialogando con los dos periodistas como cuando un cuadro te sumerge placenteramente entre sus cuatro marcos).
Dialogar todo el mundo dialoga. El don del buen diálogo está reservado a unos pocos. Y ese don lo tienen Anna Bosch y Pablo R. Suanzes y así, como si de una exquisita confitura de amistosa cercanía, sencillez y dos buenos y generosos puñados de profesionalidad periodística se tratase, nos plasman el don de la conversación en la edición número 4 de la Colección Voces 5W a través de un recurso tan valiosamente importante como imprescindible en una Sociedad poco acostumbrada a él: el diálogo. Y lo han hecho y me atrevería a decir que con pasión y mucho mimo, (como se hacen las buenas cosas), con prismas o enfoques distintos pero que se enriquecen mutuamente y sobre la base de la mejor clave para este trabajo periodístico : la experiencia de años desde donde se cuece todo el engranaje de la actualidad política o desde donde está el “core” o el corazón de la noticia: Washington y Bruselas.
No puedo por menos que mencionar, junto con las labores de Diseño gráfico de Laura Fabregat, la Impresión de Nova Era Publications y la Corrección a cargo de Arturo Muñoz, también el magnífico trabajo de ilustración de Cinta Fosch y sus cinco trabajos en azul y negro, cada uno de las cuales alude a las cinco preguntas que todo buen periodista que se precie se debe hacer: Who?. Los dos retratos de los autores. What?. La simbólica conexión neuronal de un cerebro. When?. Un cristal hecho añicos con la bandera europea de trasfondo. Where?. Un acordeón que parece tocar el tango más triste y profundo de una Europa melancólica que dubita pero que no actúa. Y Why?. Una destructora de papel de noticias que destruye la bandera comunitaria. Y acabando en la última página con la loba europea amamantando a dos de sus cinco cachorros. Más que toda una sutil y metafórica propuesta de intenciones. Una forma elegante de no dejarse nada en el tintero. Una máxima de lo que es el buen Periodismo. Ahora dejaremos tiempo al lector para que disfrute de su lectura y sea él quien tome la última palabra. Por mi parte ya me he pronunciado. Que lo disfruten tanto o más que yo. Merece la pena.
USUE MENDAZA
