Almas muertas: «La Paz ya está aquí». Por Mar Solana

Ilustración de © Estefanía López.

Ilustración de © Estefanía López.

 

«… el Amor es una fuerza  humilde, pero es el arma más poderosa de la que dispone un ser humano… Amor y verdad son las dos cosas de Dios. La verdad es el fin y el amor es el camino… La violencia es el miedo a los ideales de los demás.»

Ghandi

No conocía a Antoine Leiris. Hoy, desde la plenitud de mi corazón, me he acercado a la historia de este periodista francés que perdió a su mujer el viernes, en la masacre terrorista. Le he conocido por las redes sociales, pero no por el facebook, donde se ha hecho viral una carta que ha escrito.

Ayer me llegó por whatsapp una petición. No me gustan nada las cadenas, pero lo que leí me pareció abordable, necesario y hermoso en un mundo que ya casi camina a tientas entre las brumas de tanto sufrimiento y maldad. Le di la credibilidad que se merecía porque además me lo enviaba una persona que es muy especial en mi vida: mi maestra y mentora. La cadena-petición decía así:

«¿Quieres participar en este  experimento? Es apto para todos los públicos. Tan sólo consiste en decir, pensar o sentir cada día, a las 12:00 am, la frase «LA PAZ YA ESTÁ AQUÍ». Es suficiente con que lo repitas tres veces en tu interior mientras envías una sonrisa de gratitud desde tu pecho al universo. Respira hondo y confía.

 Llámalo como prefieras, mantra, plegaria, ley de la atracción…. da igual.

¿Fácil, no? Si pones una alarma en el móvil cada día no se te olvidará. ¡No perdemos nada por intentarlo! ¿Hacemos una cadena? ¿Probamos durante un mes a ver qué pasa?»

Leído y hecho. Me he puesto una alarma diaria en el móvil a las 12:00 am. Y hoy lo he llevado a cabo por primera vez. Cuando ha sonado la musiquilla estaba ordenando la ropa de invierno de mi armario. He parado y me he situado frente a la ventana, sintiendo en mis mejillas este tibio sol de noviembre. He cerrado los ojos y, mientras repetía «la Paz ya está aquí», he visualizado unas trincheras. Alguien gesticulaba con ambos brazos un «alto el fuego» y los soldados iban tirando las armas a un foso. Una avioneta de guerra aterrizaba cerca de ellos y la gente comenzaba a fundirse en interminables abrazos…

Después he enviado un whatsapp a la persona que me hizo partícipe de esta cadena y ella me ha acercado a la trágica historia de Antoine, el periodista francés que ha enviudado merced a los crueles atentados perpetrados en París el pasado viernes. Hélène y Antoine llevaban doce años casados y tenían un bebé de diecisiete meses. Hélène murió asesinada en el tiroteo de la sala de conciertos parisina Bataclan. Antoine esperó hasta este lunes que su Hélène no estuviera entre las víctimas. Sin embargo, lo llamaron para identificar el cuerpo. Y en la carta que Antoine ha publicado en su muro personal de Facebook asegura a los asesinos de su mujer que no cuenten con su odio, porque sería ceder a la misma ignorancia que los ha convertido a ellos en lo que son: almas muertas.

La emotiva carta de este valiente periodista, compartida por más de ochenta mil personas, subraya importantes cuestiones que Occidente pone ahora en duda y sobre las que los políticos debaten.

Muchos de los lectores ya habrán leído la carta, pero esta publicación no estaría completa si no la transcribiera a continuación:

«El viernes me robasteis la vida de una persona excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo. Pero no tendréis mi odio. No se quiénes sois y no quiero saberlo, sois almas muertas. No os haré ese regalo de odiaros. No responderé con odio y cólera. No tendré miedo, no dudaré de mis conciudadanos, no sacrificareé mi libertad por la seguridad. Habéis perdido. 

La he visto esta mañana, por fin, después de noches de espera. Estaba tan guapa como cuando se fue, el viernes, tan bella como cuando me enamoré perdidamente de ella, hace más de doce años.  

Por supuesto que estoy devastado por el dolor.  Os concedo esa pequeña victoria,  pero dudará poco.  Sé que ella nos acompañará todos los días y que nos encontraremos en el paraíso de las almas libres al que nunca podréis acceder.  

Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. Ya no tengo más tiempo para vosotros, tengo que despertar a Melvil de su siesta. Sólo tiene 17 meses. Va a merendar, como todos los días, después jugaremos como todos los días y toda su vida este niño luchará para ser feliz y libre. Tampoco tendréis su odio.»

Almas Muertas_CANAL LITERATURA

Hay muchas historias imbricadas en torno a la masacre de París. La del primer policía que entró en la sala para reducir a los terroristas y habló de «el infierno de Dante»… La de aquel superviviente solidario que, olvidando su terror unos segundos, tendió su mano a una mujer embarazada para evitar que cayera al vacío desde una de las ventanas de la sala de conciertos, a la que se había encaramado para intentar salvar su vida y la de su bebé… O la escalofriante vivencia de aquel hombre que se hizo el muerto mientras recibía varias patadas de uno de los terroristas para asegurarse de que no tenía que rematarlo… Y acabo de ver en televisión a un padre que le dice a su hijo de unos tres años de edad: «Ellos tienen armas pero nosotros tenemos flores…».

Sin embargo, después de leer esta tarde la carta del joven periodista francés desde el whastapp de mi amiga…, Mon Dieu, he llorado con idéntico desconsuelo a cuando me enteré de cómo asesinaron a mi tío, Juan Cano Solana, en los prolegómenos de nuestra Guerra «In-civil». Con aquellas terribles imágenes de fondo tuve que meterme en su piel y escribir su historia. Este párrafo, que muchos ya habréis leído, fueron las primeras palabras que prologaron el libro y las que reposan en mi alma sobre un lecho mudo de sombra, dolor y desconcierto; quizás un sentimiento muy parecido al de Antoine cuando llama a los asesinos de su esposa «almas muertas»:

Muchas veces me he preguntado sobre el por qué o el para qué de la crueldad y el odio entre los seres humanos. Y casi siempre alcanzo la misma conclusión: una persona capaz de poner fin a la vida de otra, de truncar vilmente su destino y oportunidades de desarrollo y evolución como ser humano, tan sólo es persona en cuerpo y apariencia…, su alma es la de un títere a merced de oscuras fuerzas que, desde el principio de los tiempos, están batallando en contra de la humanidad…

Ghandi descubrió en su propia carne cómo la violencia era la forma de expresar el miedo hacia los ideales del prójimo, que nada tienen que ver con fanatismos políticos, religiosos o con los prejuicios morales, tan extendidos en la humanidad (por desgracia para nuestra estirpe). El siguiente párrafo pertenece al epílogo de «Un poeta en tiempos de guerra»:

Los verdaderos ideales del ser humano se tejen en aquellas honduras del alma donde reposan nuestros sentimientos más nobles y sirven para nuestro provecho y enriquecimiento, no para matar o morir por ellos. Los auténticos y más genuinos ideales no entienden de bandos políticos, sentires patrios o enarbolamientos de bandera, pertenecen al Amor Universal.

Además las ideas son, por naturaleza, siempre libres. Aquellas que no lo son, ya no son ideas, se convierten en creencias o ideologías. Y las creencias no se propagan como los granos de polen sobre las alas de una abeja, se imponen sobre las almas a culatazos de fusil.

«¡Los ideales son para vivir no para morir!», escuché como le decía un padre a su hijo a la salida del cine, tras finalizar una película sobre nuestra Guerra Civil.

Los seres humanos somos poseedores de algo que fluctúa a lo largo y ancho de nuestra condición, in secula seculorum: la DUALIDAD, ese pensamiento-emoción-realidad por el que caminamos igual que sobre el filo de una navaja. Y mientras nuestras mentes sean incapaces de integrar, y no dividir, seguiremos conviviendo con nuestra suerte mezquina y rasposa, que, sin embargo, también es capaz de portar luz a raudales.

Desconozco el alcance que tendrá este mantra, meditación o plegaria en cadena, todos los días a las 12.00 a.m. durante un mes. Sin embargo, sí estoy firmemente convencida de la fuerza de nuestro Pensar Vivo, cuando traspasa el umbral de nuestros corazones para alimentarse de la Energía más poderosa que existe en el mundo: el Amor.

Como le dije el otro día en un comentario al alma máter de esta casa a propósito de un bellísimo texto que había compartido con todos nosotros: la Oscuridad parece ahora lamer todos los rincones, pero siempre hemos contado con la posibilidad de encender un candil que la destierre para siempre. Quizás las generaciones más jóvenes sepan buscar la claridad del sol entre estos densos jirones de niebla…, pero nosotros podemos ir prendiendo nuestros propios fanales.

Mar Solana

Blog de la autora

8 comentarios:

  1. Solo puedo agradecerte la inmensa emoción que has suscitado en mí con tus palabras. Gracias por compartir esa bella historia. Por tu mantra. Por esta magnífica reflexión y este caudal inmenso de buenos valores de los que tan necesitado está el Mundo.

    Un escrito con corazón, auténtico corazón. Un abrazo fortísimo, querida Mar.

    • Gracias a ti, querida Amelia, por el corazón que pones en tus lecturas y en tus comentarios, tan cercanos a la Poesía (a la Poesía de verdad que emana de los Corazones de Verdad, como el tuyo 🙂 ). Es un lujo contar con tus Palabras. Otro abrazo Enorme, con mucho Corazón para ti.

  2. Movilizar los buenos pensamientos genera energía positiva, sin duda. Y el odio es más peligroso para uno mismo que para los destinatarios. Un emotiva reflexión Mar sobre los extremos de la bondad y la maldad humana que son de muy amplio espectro en ambos sentidos.
    Muchos besos querida.

    • Así es, Luisa, el odio pudre más el propio corazón de quién lo siente que aquellos a los que pretende impactar. No en vano se dice que si uno no sabe ver o descubrir su propia Luz, solo verá sombras en los demás. Muchos besos para ti y mi gratitud por compartir mis textos en este Café de Lujo en el que tantos estamos creciendo y alumbrando nuestras Letras.

  3. Sí, canalizar el amor y el sentimiento a pesar de tanta sinrazón es muy necesario. El odio siempre es destructivo, máxime cuando a su paso solo acrecienta más odio,en los corazones.
    Es muy triste vernos todavía así después de tantos tropiezos y tantos errores cometidos a lo largo de nuestra historia..
    Un fuerte abrazo Mar y mi felicitación por este gran trabajo

    • Mi querido Juan:
      Sí, es como tú dices: el odio es una siniestra espiral que solo engendra más odio. Y tú lo sabes bien, que has engarzado tanta belleza en tus versos hablándonos en tus Poemas de los mismos errores cometidos una y otra vez, y que solo se diferencian por los medios usados para perpetrarlos.
      Gracias, Juan. Un beso enorme para los dos.

  4. Siempre he admirado el perdón como la mayor de las virtudes. Es dificil saber cómo va a reaccionar uno ante tamaña desgracia y sinrazón. Pero textos como este nos hacen mantener la fe en el Hombre y en sus cualidades, algo muy necesario en estos tiempos.
    Gracias por recordárnoslo.

    • Yo también. Perdón y Tolerancia son dos pilares básicos en la evolución del ser humano y, por desgracia, asignaturas aún pendientes (muy pendientes). Y es muy cierto lo que dices: desde el sofá opinamos, pero es muy difícil saber cómo vamos a reaccionar cada cual en una situación semejante. Y más difícil es, por supuesto, mantener viva la Fé en nosotros, los seres humanos. A mí, particularmente, me cuesta muchísimo y me lo tengo que «currar» a diario. Admiro la sencillez de los Animales, nuestros «Hermanos» pequeños… Convivo con ellos desde niña y me he acostumbrado a hablarles 🙂 A MIke, mi perro, que pesa unas cuantas toneladas (de Amor) le digo muchas veces mirándolo a los ojos que «me gustaría ser como él»: levantarme todos los días contento y agradecido, pero sobre todo, por ofrecerme sin reservas o condiciones su Amor y Perdón, pase lo que pase… Gracias por tus Palabras, Elena.

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