Animalistas versus ¿humanistas? Por Mar Solana

«… con ese gesto de los seres puros, tranquilo e inocente, de los animales que, a diferencia del ser humano, son incapaces de la crueldad o del pecado, y que por eso nunca fueron expulsados del Paraíso, ni reos del infierno. Como si para ellos no fuera suficiente pena la de convivir con nosotros…»© Rukaegos.

 

Nos llaman «animalistas». A las personas que nos gustan los animales (como si fueran un pirulí) o a las que defendemos sus derechos. ¿Cómo?, ¿que no sabías que los Peludos también tienen derechos? Es obvio que no estoy hablando de votar o de todas esas absurdeces que solo sabemos gestionar los seres ¿humanos?

«¡Que te calles ya, idiota de los cojones… te importan más los animales que la gente!»

 Mon Dieu. Y lo digo en francés, no vaya a ser que el castellano me traiga un taco, reniego o maldición adosado en el trasero del divino sustantivo. No, no es hora de hablar mal, ni de cojones, putas, ni nada que se le parezca. Porque las personas, al menos las que ostentamos el derecho de serlo, no somos más libres insultando, escupiendo espumarajos o arrojando veneno por la boca. Es el uso de la palabra y de la civilización que la acompaña (quiero creer) lo que nos hace independientes.

Ilustración de © Estefanía López.

Ilustración de © Estefanía López.

Me pregunto ahora cómo podríamos llamar al fulano que dejó tal lindeza con sus manitas y su tecladito en un foro abierto sobre el pobre toro de la Vega, y que ha levantado ampollas en algunas almas muy parecidas a las que nos ha dejado el inútil y protocolario sacrificio de Excalibur, el perro de la enfermera infectada por el virus del ébola. ¿Humanistas? La mayoría de los diccionarios que he consultado definen al «humanista» como una persona instruida en letras humanas; una doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos. No, no creo que podamos llamarlos así.

¿«Humanistas» versus «animalistas»? Hay que ver cómo nos gustan las definiciones, la dualidad y los encasillamientos mentales. Pensar, que no elucubrar o chacharear, con nuestro espíritu o sensibilidad… ¡es agotador!, ¿verdad que sí?

No, señores, lo siento. No es humanista un individuo/a que defiende a capa punzante y espada emponzoñada el egocentrismo y la petulancia. No podemos llamar humanista a alguien que sitúa a las personas por encima de cualquier crueldad. Y no hablamos de pisar plantas y parterres como niños caprichosos o enrabietados, estamos hablando de SERES VIVOS, con cuerpo, alma y sistema nervioso. Criaturas que tienen miedo y sienten dolor, como nosotros, bípedos presuntuosos y autosuficientes.

No me importa que me llamen o me tachen de «animalista». Pero no es una palabra correcta, de hecho es un vocablo con connotaciones tremendamente políticas en estos tiempos que vivimos. Según la RAE animalistas son creadores que tienen como motivo principal la representación de animales. Pero resulta que ahora también es «animalista» aquel que defiende sus derechos, es decir, un leguleyo de causas pobres o perdidas; al menos en este país, donde la mayoría escoge la cola de un potaje gratis que una de firmas en contra de la crueldad con los animales. El potaje, además de dejar la saca en su sitio, produce divertidas ventosidades; la otra fila es una gestión huera para las almas digestivas. Qué pena. A manducar que son dos días… pan y circo para el pueblo, que, si uno está entretenido con los placeres de la carne, parece que el alma aprieta menos.

No somos «animalistas» las personas con sensibilidad hacia las atrocidades que siguen pergeñando algunos cafres y cromañones de este país. No entiendo qué clase de prejuicios manejan sus cabezas para lanzar el improperio descalificador de que nos importan más los animales que las personas. Eso es una injuria porque sencillamente no es verdad, de ninguna manera, no en mi caso.

«Qué preocupación mas grande. Y las pobres personas que se mueren miserablemente por las calles sin tener una muerte digna… ahí nadie grita».

 Pero, señora… ¿humanista o «anti-animalista»? No mezclemos churras con merinas, las dos tienen lana y dan leche pero no son comparables. ¿Usted qué sabe sobre lo que yo siento ante una persona que se muere en la calle?, ¿acaso ha presenciado algo parecido?

No somos «animalistas», somos personas sensibles ante el sufrimiento del prójimo, humano o animal. Y los que se significan a favor de los animales como una excusa para atacar a su prójimo (humano), malo: el tema no deja de expeler cierto tufillo político (y lo escribo mientras chasqueo la lengua con decisión).

Y no se vayan a creer, que este asunto tiene sus bemoles desde hace ya tiempo. Fernando Savater, escritor, filósofo y una persona que se dedica a reflexionar sobre la ética, escribió en un diario digital y a tenor del debate animalista-humanista:

«El hombre ha criado -que casi equivale a decir ‘creado’- las especies que nos alimentan, nos visten, nos prestan su fuerza o participan en nuestros ritos. No es maltrato adecuarlos a la función para la que su condición les dispone. En el caso del toro de lidia, el trato adecuado es lidiar a ese escaso cinco por ciento de la especie que justifica con su combate bravo en la plaza -que nada tiene que ver con la tortura- la perpetuación del resto de la raza».

 Ahí es nada. Sin embargo… ¡ay! ¡pero!… existe una extraña (todavía) raza de personas en extremo sensibles o que padecen esa rara enfermedad llamada «empatía», que no «simpatía» o «sensibilidad» (por favor, no confundan churras con merinas porque no es lo mismo). Rarae aves que se meten en la piel y en las botas de sus prójimos llegando a sentir el mismo dolor o sufrimiento que los bichos vivientes con los que conectan, sintonizan o «empatizan», que no es igual que «simpatizar», insisto (aunque nunca será suficiente).

Y si alguien se desploma en plena calle, probablemente porque no tiene ni un chavo para desayunar, no porque esté borracho/a, presa de un virus insidioso o se esté muriendo, un «empático» se marea con el desfallecido involuntario y luego le invita a café con cruasán.

Y si alguien pide ayuda para que no maten impunemente al animal que le ha dado lo mejor de su vida…, firman, bailan, lloran, gritan o hacen lo que sea menester para intentar frenar la aberrante decisión de un mamarracho al servicio de un gobierno cínico y manipulador. Un gobierno que ahora calla con las manos a remojo en una palangana llena de excrecencias y mentiras.

Señores del Gobierno, por «causalidad»: ¿tienen ustedes alguna persona así, «empática» digo, entre sus filas de mequetrefes? Por favor, ¡sáquenlo del armario ya!, que cambio mi voto aunque para ello tenga que traicionar la lucidez de Saramago… ¡Qué distinto sería el mundo… o al menos una parte de él! No creo que alguien de esta guisa aguantara entre tanto bastidor de incompetencias y podios de mentiras. Por el contrario sí tienen una ministra con un apellido tan funesto como sus decisiones.

Cuando se ponen en marcha los mecanismos del averno y las instancias del demonio, que consisten básicamente en mantener en la más absoluta de las inopias al ciudadano, la desinformación y en la densidad de un silencio parecido al aire de una caverna, ni mil redes sociales o un millón de firmas tienen ya nada que hacer.

«Perdónalos, Excalibur, porque… ¿no sabían lo que hacían?».

Palabras desde mi luna
Mar SolanaMar Solana

Blog de la autora
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Palabras desde mi luna”
marsolana@canal-literatura.com

7 comentarios:

  1. En el fondo creo que el debate no es, en rigor, entre animalistas o humanistas, sino entre poseer una mínima sensibilidad basada en la educación y la ausencia total de ambas.
    En ningún país con una educación pública bien consolidada donde se enseñe a respetar los derechos básicos del ser vivo, tenga pelo o no y tenga las patas que tenga, cabría una actitud como la que se da en España en cuanto al trato a los animales por parte de un sector de la ciudadanía. Ya no es solamente el desgraciado episodio de Excalibur, sino el martirio brutal de animales hasta su muerte como diversión, fiesta o entretenimiento, bajo dudosas y confusas razones de tradiciones culturales o festejos bárbaros con matarifes a pie o a caballo.
    Teníamos merecida fama de país de boina, pandereta y borrico. La creímos superada, pero parece que, bien entrado el siglo XXI, seguimos empeñados en que nadie nos quite el trono.
    Muy bien, Mar.

    • Juan Miguel Perez

      Buenos días. Aunque otros no crean éste tema es de gran importancia , quizás para ayudar a cerrar ésa grieta social -cultural que cada vez la abrimos más .
      En nombre de la diversidad , de que no todos somos iguales , nos alejamos en buscar puntos en común entre nosotros, en vez de encontrar uno medio, todo lo contrario nos vamos a los extremismos .
      No son pocos los resentimientos, odios que van en aumento en nuestra especie humana que sumamos otra más.
      En lugar de resolver ésas fisuras fraternalmente , como nuestra naturaleza manda , aunque ya tenemos entre nosotros misántropos , buscan otros escapes en donde nunca van a encontrarlos , amurallándose por lo menos en sus resentimientos , y hasta llegar al humanicidio de géneros o por cualquier otro motivo .
      Sostener que nacemos con el gen del mal , como algunos estudiosos lo afirman , es como entregarnos antes de empezar a convivir que lo somos.
      Creo que estos científicos van a tener que rever su teoría , nacemos buenos por naturaleza , en todo caso nos hacen , nos hacemos malos , pero ya no tienen que ver nuestra naturaleza, sino contextos que deberíamos estudiarlos desde lo holístico, concepto éste que no es imposible entender .
      Analizamos el todo sólo de unas pocas partes de la complejidad humana, y sus contextos , históricos , espacios y tiempos.
      No vamos a las causas más profundas que originan los efectos conocidos quedándonos siempre viendo sólo el árbol.
      Para no hacerlo más «aburrido» al tema , como dicen algunos porque uno escribe mucho, pregunto entonces , como debemos expresarnos en temas tan importantes , en lenguaje «morse» , en síntesis que sólo unos pocos son «entendedores» .
      Cierro con una pregunta ; éste acercamiento más a las otras vidas , que debemos respetar por cierto, no será que es el amor y racionalidad que entre nosotros hemos perdido… y buscar de resolverlos entre la misma especie , sin usar a los otros supliendo esos sentimientos entre ellos .
      Y si estos descubren nuestro error de nuestras ignorancias , se ponen celosos … que podrían hacer contra nosotros.

  2. Hola, Compi: sí, tienes razón; el debate, en realidad, pertenece más al mundo de la sensibilidad, los valores y la educación que al del caletre y sus pensares 😉 Pero había que confrontar una palabra para esa con la que se les llena la boca y las intenciones: «animalistas». Sin embargo, ya ves, ninguna es correcta para lo que nos ocupa, ni la una ni la otra, ya que ambas aluden a aspectos bien distintos. Además, los tachados de «animalistas» son verdaderamente los «humanistas» (ya que nos ponemos). Este debate ya lleva mucho tiempo con las llagas expuestas y abiertas, pero en este país de cafres, no hay manera ni modo.
    Ahora resulta que en Estados Unidos hay otra enfermera infectada por ébola que curiosamente también tiene un perro… adivina… ¡Sí, correcto! A ella le están tratando como lo que es, una verdadera heroína, una persona que elige voluntariamente cuidar a otro enfermo contagiado sabiendo a lo que se expone, no la han estigmatizado, culpabilizado o descalificado profesionalmente en ningún momento… Y además, han puesto a su Peludo en cuarentena, como parte de la familia. ¿Other Country? ¡Oh, yeah! Me temo que sí, mal que nos pese y algunos sigan llamándolos yankees de… (go home).

  3. Permitirme intervenir. Habláis de España como un país de barbaros porque existen personas que no son sensibles con los animales; habláis y mezcláis asuntos diversos como el caso del perrro Excalibur, de todos conocidos, poniendo como ejemplo de buen hacer a EEUU.(Los americanos son siempre ejemplo cuando interesa).
    Yo no he querido tener nunca animales en casa, me parece ya una crueldad someterlos al espacio de un piso cerrado con salidas programadas, cuando su hogar es el campo, el aire y necesitan mucho ejercicio. Me ha parecido terrible que se les esterilice para que no den problemas con sus ciclos reproductivos y la descendencia; me avergüenza que se les vista de lagarterana y se les indique que tienen que soplar las velas el día de su cumpleaños. Quizá, esto no se hace por diversión, ni como espectáculo, sino en función de la convivencia posible con el ser humano que es, casi siempre, el que recibe el beneficio. Mucho más, cuando ese animal está cualificado para acompañar a un ciego, mejorar a un discapacitado, acompañar a un anciano o para ayudar a rescatar personas y detener delincuentes.
    Me cuesta entender, mejor dicho, es insólito, que por cualquier postura respecto a los animales, dos seres humanos se pequen o se agredan. Y me deja atónita que se llame a este país bárbaro, viendo lo que se hace con animales, con mujeres, con homosexuales o con diferentes razas o etnias humanas, en tantos países de este mundo global.
    España es un país generoso, amable, más que solidario; formado por ciudadanos que son trabajadores y pacíficos en su mayoría. Dejemos de insultarnos al por mayor a diario, por favor.
    Generalizar nunca ha sido bueno. Personas educadas, sensibles o capaces, al igual que monstruos insensibles y depredadores hay repartidos por doquier en todo el orbe. Y el que es un cafre, lo es con todo ser viviente. En España y fuera de ella. En eso, no somos diferentes.
    Abrazos a los dos.

  4. El «prójimo» no puede serlo un animal. Creo yo, vamos, igual me equivoco, pero siempre he entendido al «prójimo» como a otro humano.
    Yo estoy en contra del maltrato, sea a lo que sea, hasta a las plantas. Y creo que cualquier persona sana mentalmente pensará lo mismo.
    Pero también estoy en contra de equiparar en derechos a una persona y a un animal.
    Los derechos son una invención humana. Los animales ni los piden, ni los disfrutan. Un animal no puede tener derechos porque tampoco tiene obligaciones.

    Por ejemplo el tema de Excalibur, cuando en África hubieron estudios en el 2001 y 2002 donde vieron que 9 de cada 25 perros de un total de más de 300 SÍ contraían el virus aún sin padecerlo. Es decir, eran portadores. En España no estaban preparados para aislar y estudiar al perro como en USA. Es decir, existía un gran riesgo. La vida humana siempre estará por encima, porque lo natural y orgánico es que cada especie mire por sí misma antes que por el resto, por lo tanto, ante el riesgo de contagio por una enfermedad mortal y sin cura, era necesario su muerte.
    El circo que se montó por el perro, mientras en África moría la gente sin la suficiente ayuda y sin un mísero «TT» en twitter, fue una vergüenza

  5. Bastaría con ser HUMANO; los calificativos que definen este término son suficientes para preservar este mundo de cualquier crueldad. Pero ni todos somos humanos, ni coherentes, ni siquiera moderados.
    Resulta indignante maltratar a un animal, indignante es también ataviar a un perro con collar de diamantes.
    Todo en su justa medida respeta las sensibilidades; cualquier exceso en ellas no deriva mas que en polémica.

    Un abrazo grande.

  6. Perez Juan Miguel

    Quizás para arribar a una mejor interpretación de éste gran tema tendríamos que remontarnos a contextos , tiempos y espacios más remotos, para llegar a mejores conclusiones .
    Cometemos esos errores en otras cosas que son también muy importantes , como dice uno de los opinantes , con el peligro de quedarnos en generalizaciones y en simplicidades que nos lleva a veces a enfrentamientos extremistas , que para «gusto» de muchos los hay a doquier ….en lo político, en lo religioso , en la educación , de géneros, y varios etcs. más …en estos espacios y tiempos de la modernidad.
    Ni mencionar …el hambre…las injusticias ,,, las guerras , entre seres humanos, aún sin resolver del todo desde aquellos tiempos hasta hoy .
    Como todo eso …no se ha cumplido , pasamos a los extremismos ideológicos , políticos, religiosos, y de todo tipos desde ésa antiguedad que no conocían esos términos .
    Lo que nos falta es que ahora por éste tema , uno más, » nos hagamos la guerra entre los «animalistas vs. humanistas » , quizás lo mismo que sucedió cuando la humanidad de aquellos tiempos remotos no supieron solucionar que de golpe se encontraron que ya no eran pocos , que convivían pacíficamente que al ser muchos ya no sería lo mismo.
    En lugar de resolver tal situación en las formas en que venían, fue todo lo contrario, empezaron con tirarse las primeras piedras y ya vemos cuales son con las que nos tiramos hoy y, es de presagiar , si seguimos así , cuales serán las armas en la próxima guerra mundial …
    Y sabemos cuales serán las armas en las que vengan… » con piedras y palos» al decir de A. Einstein.
    Por eso y muchos más, que es mantener , cuidar nuestra especie humana , animal racional superior , debemos cuidar también de la naturaleza viva , no permitiendo lo que con los animales inferiores ?, se hacen con ellos y menos cuando giran alrededor los mismos negocios que hacen con nuestra especie otros de la misma , un comercio inhumano.
    Por último, promociono…que éste tema …animales racionales como somos vs. animales no racionales ,plantas, verde, demostremos que lo somos sin que dejemos de reconocer que ellos sin nosotros no habría ciencia para acudir en su ayuda cuando lo necesitan . Nuestros animales de cuatro o dos patas, con alas , sin ellas, los que nadan y los que no hacen nada , son importantes para nuestra convivencia en paz.
    Sabemos que ellos no están capacitados para curarnos como sí le podemos salvar la vida a ellos .
    Pero el gran dilema …que tenemos que resolver es porque entre nosotros nos la quitamos … entre sí.
    ¡ SERÁ POR ELLO …QUE LOS HUMANOS..RECURREN A LOS ANIMALES …QUE FALTOS DE AMOR ENTRE NOSOTROS…LO TRATAN DE CUBRIR … CON …OTRAS VIDAS… MATERIALES…O INMATERIALES…»!!!!.
    o DEBEMOS BUSCAR UN PUNTO DE EQUILIBRIO….. ?. Saludos .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *