Nací en Barcelona hace ya 44 años y viví allí hasta que a los 33 me
cansé de la ciudad y "huí" a lugares más pacíficos. Mi
profesión es la informática; programador y diseñador. Me gusta
escribir desde que aprendí a hacerlo, de pequeño escribía mis propios
cuentos y sigo haciendo eso, escribir para mí mismo aunque ahora,
gracias a la Red, puedo compartirlos con otras personas. No he publicado
nada, ni lo he intentado siquiera aunque es una de mis ilusiones y
asignatura pendiente. Soy un desastre al que le gusta empezar cosas pero
le cuesta mucho terminarlas de ahí que sólo me quede la opción de
escribir relatos cortos. Tengo desde hace algún tiempo la idea de
iniciar una recopilación de ellos, de añadirle nuevos y darle forma de
algo que se parezca a un libro -como mínimo que los demás se lo
crean-, relatos sueltos, de cosas distintas, en diferentes épocas, pero
unidos entre sí con un hilo común. De momento es sólo una idea pero
intentaré hacerlo, luego veremos para qué me sirve.
Como ya he dicho anteriormente soy un habitante de la Red. Desde que
llegué a ella, allá en el 96, no he dejado de pasarme por sus largos
caminos e ir acumulando amistades y sensaciones. La Web me ha permitido
compartir y aprender.
Cuando escribo algo suelo hacerlo sin idea previa, me pongo delante del
papel en blanco (ahora monitor), ese enemigo común y empiezo a
escribir. Las ideas se van formando en mi cabeza como si alguien me las
fuera explicando y yo las transfiero al papel. Creo que por ese motivo
flaqueo en la construcción de diálogos y me reitero más en las
descripciones. Últimamente ando muy escaso de tiempo, por diferentes
motivos, y reconozco que leo poco, este último año muy poco, mucho
menos de lo que quisiera y de lo que tenía costumbre. Los relatos de
corte cómico son los que prefiero escribir -aunque no haya sido así en
el Certamen- y reconozco estar muy influenciado por Groucho Marx (no de
mis máximos héroes), las aventuras del Comisario Sanantonio (seudónimo
de Frederic D'ard) y otros autores que han sabido estimular mi risa y mi
imaginación. Recuerdo el primer libro que leí: Los Tres Mosqueteros,
me entusiasmé y desde ese día no pude dejar de leer. Entre mis
preferidos están "El Péndulo de Foucault" de Eco, "Los
Pilares de la Tierra", de Follet y el "Ocho" de K.
Neville. Por supuesto hay muchos más pero esos tres son los que citaría
entre mis preferidos.
No
me extiendo más, creo que esto enseña mi cara por el mundo. Gracias de
nuevo por todo
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Aunque mi orígen es gallego, vivo en Asturias desde hace ya muchos años. Mi
profesión es la de médico de urgencias, la cual fue escogida por mí
como medio de vida, no en base a un aspecto de índole
vocacional, como suele ser, dicen, habitual en estos casos, sino con
el ansia enfermiza de seguir la exitosa estela de Georges Clooney y, en
este sentido, el grado de mimesis alcanzado es tal que he superado
con creces al icono; tanto es así, que ya, en comparación conmigo, es
tenido por todos por un adefesio :).
No tengo,
prácticamente, ninguna experiencia en el ámbito de la creacción
literaria, siendo éste el primer relato que tuve la osadía de escribir.
Toda mi creacción anterior, empleando palabras, se limita a un
estudio, eso sí, exhaustivo, que intentó fijar y hacer inteligible la
sistemática del mundo oracular, fundamentalmente en Delfos, estableciendo
conexión entre aspectos muy fragmentarios con la que la misma es
citada habitualmente en la mitografía y la historiografía. Nada más.
En referencia a
la razón del relato que ha merecido (?) ese segundo
premio, nace, de una afición al mismo tiempo que de una preocupación.
Una afición de conocer la etimología de las palabras, la razón de su
uso, su génesis histórica (la cual se satisface en gran medida con el
estudio del mundo griego); y una preocupación ante la posible indefensión
ante aquellos que utilizan con destreza las palabras, sobre todo si éstas
son empleadas con intereses ocultos, no manifiestos, de la misma forma que
la Pitia en Delfos emitía un oráculo que podía tener distintas
interpretaciones y cuya razón verdadera sólo era conocida una vez que
los hechos habían acaecido. En definitiva, una preocupación de saber cómo
se vence a quien usa con habilidad el lenguaje y miente ¿sólo puede ser
vencido por él mismo? ¿estamos, efectivamente, indefensos ante quien
posee esta virtud, sobre todo si a ella suma una gestualidad adecuada? ¿somos
capaces de detectar el sesgo que en el uso perverso de las palabras
siempre existe? Preguntas...
Termino ya, reiterando
mis más calurosas y sinceras gracias a todos: Jurados, organizadores,
lectores de los relatos, compañeros de certamen, aquellos quienes
expresaron sus felicitaciones y, como acabo de escribir en el foro, sobre
todo, a aquellos que no ponen palos en las ruedas de las bellas
iniciativas. A todos, gracias, muchísimas gracias.
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