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Relatos

Seudónimo: Jean Maquet

Titulo: N.I.M.Q.U.C.D.P.
 

 

Mañana por la tarde viene a visitarte el hombre cojo, a veces lo haces y no entiendes los motivos, llega y se sienta en tu sillón rojo sin preocuparse de que su brazo inútil cause el menor destrozo en el mobiliario, a fin de cuentas es como si lo hubieses llamado, tal vez desearas que tu musa no fuese tan parca, que fuese una verdadera musa, como añoras las musas de cabellos de oro como el que usas, tu musa debería ser tan bella como aquella ella, recuerdas un poemario que le dedicaste a una anónima ella, solo que entonces ella no era tan anónima o decir que prefieres que lo era porque no ingresó en la nomina, la nomina de las cosas bellas no de las que mellan, las que mellan o han mellado te han callado poco a poco, y es que siempre hay una bella y siempre hay un encantamiento, diréis que miento y tal vez sea cierto, un poemario dedicado a una musa de carne y hueso, mayor desperdicio no se concibe, puesto que como sabes ese amor no terminó en el catre y terminó por ser un lastre, pero la puedes ver y no acordarte, la memoria no deja de ser una herramienta selectiva aunque la prefieras cautiva, allá situada en un rincón del jardín, ese espacio lleno de tierra donde cultivas botellas vacías, las siembras y es como si te lo reprochasen creciendo hacia abajo, el vecino ha protestado, ha visto un casco de cocacola asomarse por entre los brazos de una araña que brilla, pero para pilla su mujer, que a veces te sirve de follar y de comer, no sabes porque lo cuentas, lo escribes en un rapto de aspaviento y ahora no es que te arrepientas es que sucede que no debes escribir cosas que no se pueden decir, que no conviene que se sepan, ya saben, métetelas por donde te quepan te dicen tus amigos, te gustaría que tus botellas creciesen hacía arriba y que tu jardín fuese el más florido, no estarías entonces tan dolido y habría siempre de comer en tu mesa, no tendrías que visitar a tu vecina o podrías no follártela en la letrina que es su lecho para follaros en el techo, pero que es lo que has hecho, has prometido no decir nada que no se pueda oír y ahora que lo lees es como un trago amargo, la dulce amargura visita tu paladar, el arco mágico que ilumina, palatino o parietal, es la bondad de no ser más o la nimiedad de no ser menos, no quiero para mi tantas desgracias o sucede que me canso de ser hombre, a veces el señor naftalina es un misterio, no querías ponerte serio ni sacar a relucir el verso, la de veces que has sido poeta, tu que reniegas casi a diario de la condición de esteta, pese a todo puedes afirmar que estas bien cuando no dejas que el bienestar te venza, es cuestión de caos, de entropías aceleradas que horadaron ayer el surco que hiciste esta mañana, no lo intentes a menos que creas que vas a no conseguirlo, Penélope y su pecho, hoy por hoy no concibes tan magno premio, las virtudes de Penélope o la soledad un Cíclope con el crimen desorganizado entrando o saliendo de tu alcoba o marchando a su través a tu lado, después todo se reduce a buscar el adecuado norte, y en el porte no puede haber una flor marchita, ni una musa que marche derechita a la parte derecha de tu cerebro, vaya celebro que aún me encuentres arrecha, te dice una mujer de una foto, ahora la recuerdas contrahecha, pero entonces ella conocía el secreto de tu mecha, esa que encendida iba dando rodeos derecha hacia la explosión, uppps, tal vez podrías modificar la expresión y mencionar el termino implosión que si bien no explota si que implota, de una forma poco importante o menos relevante de lo que podría haber sido, una implosión que manda todos los fragmentos hacia adentro y se desvanece en el vacío, como si no hubiese ocurrido porque nadie escuchó al bosque caer detrás del árbol solitario, como una canción que nadie ha tocado, un día la llaman del limbo de las canciones y baja a los dedos o a la garganta y si no se atraganta puede conseguir galones sonando, sonando, sonando, tal vez sea esta canción que escuchas la que hace un año estaba en el paraje de los no natos, huérfana palabra nonato o no nacido, luego están los que lo hicieron mal, o los que no debieran haberlo hecho directamente, ahora no los tienes en mente, tu médico te diagnóstico aversión hacia esta suerte de peores asesinos, pero no te dio remedio ni placebo apropiado para paliar los efectos de esa incomodidad, de esa presencia molesta, por eso puedes estar buscando por el mero afán de perderte en la búsqueda, sin búsqueda no profundizas y si no profundizas las heridas cicatrizan, es mejor dejarlas sangrar, en ocasiones las emociones, como las canciones son inoportunas, llegan y se plantan como un pequeño dictador expeliendo edictos acerca de lo que debes hacer o cuando es primavera que más bien debiese ser un parámetro fijo y no un residuo, a veces son peores las enfermedades que los remedios que dios nos da, aún no dijiste nada de dios, tal vez porque no haya nada que decir, tus intenciones son mas dignas, intentas que no sean meras consignas, que no se las aprendan, que las dejen pasar como dejan pasar todos los autobuses menos uno, el que debe conducirles sin accidentes a un lugar en el que disfrutar de sus vacaciones, esos días de asueto que sirven para que regresen más enteros de donde hace poco salieron, así es la vida, esperas oportunidades que te acechan dificultando de manera considerable el acuerdo, el entrechocar de manos entre dos personajes que debieran ser lo suficientemente cuerdos como para no mirarse sino a través de cristales gruesos, hay quien dice que hoy es siempre todavía, y hay quien prefiere pensar en las sirenas, ohh que pena más terrible rememorar sirenas en la incomodidad de una alarma o la angustiosa espera de una ambulancia, esa criatura a su modo de ser bella que llega cuando alguno ha visto las estrellas o está a punto de encontrarlas, vislumbras entonces un infierno profundo debajo de tu mesa, es hora de que dejes la silla y seas presa yendo a visitarlo, no te arredres en las puertas del abismo, Caronte trabaja como un bisonte y todos los días se vive a si mismo, se encuentra donde el barro se subleva, donde el cieno se erige protagonista y forma imágenes de hombre que hablan más que mienten y que puedes confundir, dando un paseo por ejemplo, con un abrigo, o con una chaqueta o con unos pantalones ya sean grises o marrones, no hay miedo, hay veces en que es conveniente dejarse llevar, siempre hay algún pensamiento que arrea, y que en mitad del caos se apropia de toda tu verborrea y consigue llevarla a un lugar en la montaña de la inconexión, ese es el principal inconveniente de la función, para bien o para mal, para encontrarte, aprendes de la tradición hasta que un día dices ehhh tradición, me cae bien, pero hoy prefiero que se quede en casa, me invitaron a una fiesta a la que no pienso llevarle porque es usted una vieja que apesta, hiede y agrede al sentido del buen gusto, que tiende a ser una muchacha de buen busto a la que te gustaría llegar sin ningún te quiero en los labios, que te lo reproche o no ya será cuestión de tu habilidad como clown, puedes ser profesional o no, preferir ser amateur por la mera delectación de serlo y ejecutar desde la insania una obra más o menos densa, o con menos o más atractivo, que es el alimento que comprende el colectivo y el colectivo no es más que el ruido que haces con la mano debajo de tu sobaco, así ya está todo más claro, con todo el mundo en su sitio y con tu teléfono de baterías de litio sonando en algún lugar de la cocina, que es donde esos aparatos se encuentran más a sus anchas, puedes intentar ir a cogerlo, podías hacerlo, pero cuando te sale el lado rebelde es cuando te sientes más dócil, más agraciado con la corriente, con el frío y con tus dientes, caminamos cercenados y la mutilación sucede por mera sedición de los maestros que nos han dejado buscando el tiempo en un becerro de oro, se veía venir, hemos estado preparándoos pero no sois capaces de concentraros, de centrar vuestra atención en otra cosa que no sea la emoción extinguida de una canción grabada en una galleta, y es una lástima inmensa visto todo así, desde el cielo, piensas llorando gelatina, necesitarías un chute de estricnina, saben, esa cosa que te metes igual que la cocaína y que te provoca la ultima visión, una estricta antología de lo más granado del underground banal, tan solo eres un solitario de entre tanta gente, uno más de los que pueblan el carajo, as a bird or as a tree, let it be o make it bleed, un poblado que está allá abajo, puedes pintar la soledad con tu dedo herido así, sin más desolada, sobre un cristal, una perfecta obra de arte invisible, que nadie ve y que nadie necesita, solo quieres que todo no sea tan normal o tan flexible, subaparaextrarealismo intracrupuscular emites por frecuencia maleable uppps que cinismo advierto, a veces lo único que necesitas es pop, un océano de sol o un dejarse llevar, o salir a la plaza y tenderte sobre el albero para ganarte el sombrero, símbolo habitual y corriente del reconocimiento mas silente, y esperar que el toro llegue ante tu frente te mire a los ojos y te diga que coño tengo que hacer para que no seas tan lerdo, si no te corneo no es por delicadeza es porque solo espero que aprendas a utilizar la muleta y entonces te acercas a la barrera, agachas y coges el albero no ya como muleta sino como capote, te acercas y sin espada metes tu mano encima de las agujas, que por muy fiero que sea ese toro otros peores cayeron, y que sensación, hundiendo tu mano por entre un extraño mecanismo de correas y vísceras dentro entero te introduces y observas con ojos de toro la plaza y al tendido, te incorporas, cosa rara a tal punto en un astado y haces un gesto obsceno apuntando a tus partes pudendas, eso es todo, pues sale un alguacilillo metiendo un bastón eléctrico por tu costado y te sientes tan humillado ante ser tan insignificante que muerte allí le das, cortas las orejas y perdonas el rabo más por dignidad que por las excelencias de tu personalidad, la plaza es un clamor, ohhh que dolor, ustedes no saben que tremendo es eso, que otra cabe sino el alabo podrían interpretar pero a tal grado llega tu indignación que en lugar de mugir dices, paren ya me duele el aliento, provocando su enfado, eres su mito macilento y has de ser venerado, uno te lanza sin conmiseración una extraña canción que no sabes coger lastimándote la rodilla, desde este día podrás decir que cojearas, si, que cojearas de maravilla y que te visitaras llamando a la puerta y entrando por la ventana, que para que pensar tanto en las musas que son muy suyas y que son esencialmente más lúbricas que agentes contraproducentes, y recuerdes que lo único que se puede hacer cuando el señor cojo viene a visitarte es pillarte confesado o sin muchas cosas en mente y es que, curiosa la rosa, ya nada importa menos que un corte de pelo o nada importa tanto como las flores del campo.

 

© Jean Maquet

 

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