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RelatosSeudónimo: la muela
Titulo: ¿Has visto a mi mujer?
El fútbol es una pasión. No me cabe la duda. El partido del domingo es fundamental en la vida de uno, te aparta tensiones, te despierta de la rutina y te sube la adrenalina muy por encima de la cabeza. Aún más si lo narra Ricardo Morrote, el comentarista del “Tiovivo del Domingo”, programa deportivo del que todos los aficionados al fútbol nos sentimos profundamente orgullosos y que tanto aporta a estas vidas nuestras, grises, melancólicas, tristes, tediosas, mediocres...
Continuamos con el partido. Les recordamos que nos encontramos en el minuto cinco del primer tiempo y que el resultado es: F.C. Parche Lona, cero, Meiba Costa del Sol, cero. Hasta ahora sólo se ha podido observar una clara ocasión de gol, y a favor del equipo visitante. ¡Compañero Cañete!, desde el foso del estadio Benito Valladares, ¿cómo fue esa jugada?.
- Fue muy bonita. Una jugada impresionante que dejó helado al respetable cuando aún la mayoría no había tomado asiento en sus localidades. Ya se puede imaginar, compañero Ricardo Morrote, qué susto se llevó como digo el respetable. No habíamos hecho sino conectarnos el micro cuando el defensa líbero, visitante, lanzó un zurriagazo desde la frontal de su propia área que sorprendió... esto, compañero Ricardo Morrote, al respetable, a mí mismo e incluso al chaval, recogepelotas. El cual tuvo que trotar a lo largo de más de treinta metros, por la pista olímpica, detrás del balón.
- Pero el arlequinado pasó lamiendo la portería, ¿no es así, compañero Cañete?.
- Sí, así es. Por allí andaba el portero aún cortando entradas.
-En fin... demos paso a la publicidad.
- Alfa y Gamma, XR2, cien caballos de potencia desbocados, aire gélido de los picos de Europa que te irritará las anginas, equipo de sonido compacto y todos los extras que siempre has soñado. ¡Tu auto, macho!.
- ¿Te surgen rollos fuera de casa, se te tiran las tías por la calle, vives la vida a tope sin estrecheces?, preservativos “la dura”, ¡se te irá la cabeza, macho!
Ya estamos de vuelta. Es el partido de la jornada. Es, la primera jornada de la primera liga del mundo. Es, el actual campeón contra un recién ascendido. Es... ¡la hostia!, ¡la de gente que ha venido a este encuentro!. Compañero Frasco, desde el palco del estadio y sin tener que hacer rimas tontas, infórmenos del dato que buscamos: ¿Número de espectadores?.
- ¿Cien mil?
- ¿Lo pregunta o lo afirma?
- Compañero Ricardo Morrote, ¿me puede repetir la pregunta?.
- ¿Cual de las dos?
- ¿Qué dos?
(Es tonto, este muchacho es tonto. Vamos, me pone de los nervios. Estoy por subir y meterle dos “mascás”).
Atención porque esta vez es “la bomba Miguel”, espigado, delgado como una rama de hinojo, con el tufo sobre el rostro, quien se interna por la banda izquierda local. Ya observamos al delantero holandés Van der Ola, un enorme ejemplar de mas de dos metros, robusto, fuerte... tomando posiciones dentro del área. Allí, todo es agarrones, empujones, zancadillas y puñetazos sibilinos que no dejan a Van der Ola, el nueve, ganar unos metros para recepcionar el centro desde la izquierda. El portero, contrariado por el inminente ataque, se despoja de la toalla, el chandal que aún llevaba enfundado, se coloca los guantes con premura y lanza el pitillo, un rubio americano, a un extremo de la meta. Desde aquí podemos observar la intranquilidad del portero.
Mientras, la batalla de Van der Ola con los defensores ha tenido sus primeras consecuencias, alguien ha dejado caer dos muelas puenteadas sobre el césped. Por los gestos de dolor se podría asegurar que se trata del líbero, el número cinco del equipo defensor, el mismo que mandó el arlequinado a por habas en los primeros minutos. Van der Ola se abre paso a puros empujones, ya lo tenemos en el punto de penalti, esperando que le caiga ese balón desde la banda de “la Bomba” (quien lleva una eternidad contemporizando con el cuero pegado al empeine, en espera de que el área se aclare). Mientras, el líbero se retuerce de dolor en la frontal del área y con la boca llena de sangre increpa al trencilla, al de negro.
- Señor Gómez Muñiz, ¿hubo falta, algo punible?
- Perdone Ricardo Morrote, no he estado atento a la jugada.
- ¿Y qué hacía usted, querido?
- Nada, aquí repasando “el Woman”.
- Vaya por Dios.
¡Cañete!, ¡compañero Cañete!, ¿ha observado algo anómalo en esa jugada desde el foso en donde se encuentra?.
- No compañero, no he visto nada.
- Pero Cañete, no me diga que está llorando.
- Sí, pero muy poco.
¡Atención!, porque va a centrar “la Bomba Miguel”. Van der Ola espera el arlequinado en el punto de penalti. Observamos al portero visitante cómo se saca las llaves, un mechero, el móvil y una baraja de cartas, españolas, de los bolsillos de su pantalón... vaquero creemos. Sin duda, se prepara para realizar una gran intervención. La pisa “la Bomba”, va a centrar, va a centrar, va... ¡La madre que lo parió!.
- Compañero Frasco, ¿se sabe algo del balón, se encuentra dentro del estadio o ha salido fuera del mismo?.
- No le oigo nada compañero, no tengo retorno aquí en el palco.
- Ni retorno ni remedio, joder.
En efecto, “la bomba” se pasó con el centro, en al menos tres pueblos. Compañero Cañete, ¿con qué le pegó al cuero?.
- Sin duda, compañero Ricardo Morrote, con la uña.
- No me llore Cañete. Observamos desde nuestra posición que el espigado interior se duele del pie izquierdo.
- Así es. Se trata de la uña del dedo gordo. Al parecer ha perforado la bota y le asoma. El jugador se retuerce de dolor. Se trata de una inmensa uña.
- Ahí vemos al utillero que se apresura a entrar al terreno de juego para auxiliarlo. ¿Qué lleva en las manos?, desde aquí no lo apreciamos con precisión.
- En efecto, compañero, lleva una bota de repuesto y un cortafríos. Para la uña.
- Pero no me llore usted Cañete. Siga en su puesto, atento.
Entretanto le retiran la uña a “la bomba”, nos dirigimos a los banquillos. ¡Sánchez!, ¿alguna novedad en cualquiera de ellos?.
- Sí, compañero. En el banquillo visitante. Entre el portero suplente, el delegado del equipo y el chófer del autobús del equipo, se están beneficiando a una linda muchacha autóctona.
- ¡No me diga!, ¿y qué le hacen?.
- Bueno... el portero le está borrando el cerito mientras el conductor le da estopa por detrás...
- Joder, ¿y el delegado?
- Toma nota del minuto.
¡Qué cosas pasan!. Siga en su puesto Sánchez. Buen trabajo. Por cierto, ¿le sacaron ya la uña a “la Bomba”?.
- Perdone pero no estoy atento a ese hecho.
- Comprendo. Es el momento de unos instantes de publicidad.
- Hay dos cosas en la vida que sólo puedes hacer tu mismo. Ir al baño y... saborear un delicioso rubio americano. Procancer, tu rubio, tu cigarrillo, tu boleto a la eternidad.
- Si tienes sed, mucha sed, la boca reseca y los labios llenos de pupas, bébete el maná. Diez litros de Lanparón por euro y medio. En todas las tiendas especializadas.
- ¡Cañete!, ¿tenemos alguna información acerca del estado de “la Bomba”?
- No, nin... nin... ninguna. Querido compañero.
- Pero no me llore usted compañero. Que es usted un hombre. Hay que ver la perra que ha cogido usted hoy.
- Perdoneme Ricardo Morrote, pero soy muy infeliz, un pobre hombre inmerso en mis complejos, triste y compungido, desorientado, hecho trizas, sin una buena ...
- Compañero Cañete, nada más, gracias. Siga atento. Y no me llore.
¡Ojo!, Javi Pérez, el media punta local, canterano, en su primer partido en primera división, se desmarca por el centro. Ahí está, un pase preciso del medio centro que le va a llegar. Javi Pérez lo recibe con el empeine, lo baja al piso, lo acaricia con su pie izquierdo, dribla al desdentado líbero, se lanza a toda velocidad a la portería rival... ¡Se huele a gol, se huele a gol!. Entra sin oposición en el área visitante. El portero viene despavorido a su encuentro. ¡Se trata de una dramática salida!. Javi Pérez duda si tirarle una vaselina o encarar al portero. ¡Lo va a encarar, lo va a encarar!... Uffff, uffffff, ¡qué daño!.
Y tanto que lo encaró
¡Vivimos los minutos más apasionantes de este partido!. En efecto, Cañete, el trencilla ha pitado la pena máxima, ¿es así?, ¿cómo ha visto la jugada?.
- Lo siento, Ricardo Morrote, pero estoy muy triste, me siento un hombre volátil, débil como una hoja al viento, como una rama sin...
- ¡Vale, vale, vale, no me llore!.
Amigo y ex-árbitro Gómez Muñiz, la jugada no admite discusión, ¿cierto?
- Hombre, yo tengo mis dudas.
- Pero hombre por Dios, pero si le metió toda la bota en la cara. Lo ha visto todo el estadio.
- Sí, ¿pero los colorados en donde marcan?
En fin... ¡Compañero Sánchez!, ante la imposibilidad del compañero Cañete de narrar, díganos cómo la vio, la jugada.
- He de confesar, compañero, que la entrada fue tan dura que me dolió hasta a mí. En efecto, el portero le incrustó todo lo que se llama bota en la cara al joven canterano. Se la ha hundido, eh.
- Imagino que a pesar del dolor, el chaval estará satisfecho por haberle propiciado esta gran ocasión a su equipo.
- Hombre, compañero, yo imagino que si el chaval tuviera boca podría sonreír...
- Así es, la felicidad nunca es completa para nadie.
- Abundando y rectificando, compañero, ahora que nos fijamos bien, el joven Javi Pérez tiene al menos dos bocas.
- En fin...
- Desde mi posición observo como el portero le reclama al canterano que le devuelva la bota, aún la lleva pegada...
- No insista, compañero, me está mareando. ¿Quién lanzará el penalti?.
- Compañero Ricardo, aquí Cañete, necesito comunicar mis pesares, estoy bien triste, necesito consuelo y una buena...
- Cañete, ahora no es el momento, estamos a la espera de que se lance el penalti.
- Me muero por dentro, compañero Ricardo, el corazón lo tengo hecho trizas...
- Atención Ricardo, aquí Sánchez, ya se va a lanzar el penalti.
- ¿Quién lo lanzará?
- Estoy triste, que alguien me escuche, no somos nadie, yo necesito que...
- Van der Ola.
- Perdón, compañero Sánchez, no lo hemos entendido, repita, ¿quién lanzará la pena máxima?. ¡Cállese Cañete!.
- Creo que me voy a suicidar.
- Repito, lo lanzará Van der Ola. Ya está preparado.
- Vaya por Dios. Cañete no diga estupideces. Vamos a ver, Sánchez, vuelva a repetir.
- Adiós, me despido del mundo.
- Vuelvo a repetir: Van-der-Ola.
- Me cago en los equipos estereofónicos. No le hemos podido entender, Sánchez. Cañete, ¿cómo coño se va a suicidar?
- Con el cable del micro.
- ¡Van der Ola, Van der Ola!
- Me cago en las telenovelas colombianas. ¡Cañete!, vamos a ver, ¿qué le ocurre a usted?.
- Aquí Sánchez, compañero Ricardo Morrote, se va a lanzar el penalti. Lo hará Van-der-Ola.
- Mi mujer, es mi mujer, que me la he traído al fútbol.
- ¡Coño que no me entero!. Cañete, ¿qué me dice de su mujer?. Sánchez, atento, avíseme cuando se vaya a lanzar el penalti.
- He tenido que traerme a la mujer al fútbol.
- ¡Ya, ya!
- Pero amigo Cañete, cómo se atreve, no ve que le va a tocar el culo todo el estadio. Mira que traerse a la mujer al campo. ¡Sánchez!, ¿cómo va el penalti?.
- Joer, Ricardo, si es que si la dejo en la casa se la tiran.
- Gol, eh. Gol, eh, ha sido gol. Ricardo, gol.
- En fin... Compañero Sánchez, ¿quién lanzará el penalti?.
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