Anestesia del almaInmaculada Sánchez Ramos |
El cielo desata su ira derramando agua a raudales, por arrobas, en
alarido estruendoso de rabia y fiereza. Relámpagos que rasgan el
horizonte y estremece nuestro ánimo. De fondo, un atronador ruido que
anestesia en un grisáceo arranque de tarde, que enfría y entumece el
ambiente. Tarde cansina, tarde que se prevé desganada, sin vitalidad,
que te invita a ovillarte con tediosa actitud. A ratos lees, a ratos
miras el mail y a ratos ordenas unos papeles, de esos que nunca esconden
asuntos urgentes, pues cuando lo eran, no pudiste atenderlos y cuando
los has podido atender ya no puedes hacer nada, ¡la multa esta puesta! y
no, ya no la puedes recurrir. Y sigue lloviendo, con impertinente
insistencia, ya no truena sino que un ruido monótono, continuo y
cargante se instala en el fondo de la mente y la pereza se apodera de
una, la pereza se apodera de mí, mientras deambulo de un lado a otro de
la casa. |