Gimnasia canina

Inmaculada Sánchez Ramos  

Estos últimos días, en lo político, han acontecido importantes noticias pero quizá, la más llamativa haya sido la del cambio de gobierno, o para ser más exactos, la del cambio de algunos de sus ministros.  Desde el punto de vista del análisis político es evidente que la misma da mucho de sí, tanto para el debate como para la escritura de artículos. Sin embargo, de vez en cuando, se deslizan noticias que pueden, a primera vista, parecer anecdóticas y ser realmente de gran calado y subyaciendo en ellas reflexiones profundas. Son estas noticias las que resultan muy sabrosas para la escritura de pequeños artículos como este.

Es exactamente esto lo que me ha ocurrido a mí con una que pasó casi desapercibida el pasado día 8 de abril. El titular del periódico rezaba algo así como “El ayuntamiento de Gerona multará a los dueños que no saquen a pasear a sus perros al menos 20 minutos diarios”.

Conforme lo estas leyendo crees que es una inocentada o que sus redactores hubieran podido ser Cruz y Raya, Tip y Coll, Martes y Trece, etc. Sin embargo el hecho es real. Una vez superada la sorpresa y la perplejidad, te das cuanta que el tema tiene enjundia y mucho trasfondo.

Ese culto a los animales, más allá de tratarlos como seres vivos, choca profundamente con la coexistencia en el tiempo de la modificación de la ley del aborto en la que a la vida humana se desprotege totalmente. Decimos choca pero quizá, al contrario, ambas hechos son muy consistentes, pues para poder utilizar al ser humano hay que devaluarlo y eso… así, en crudo, puede ser complejo y sin embargo, si elevamos a los animales a la categoría de humanos automáticamente devaluamos a los humanos a la categoría de animales. De esta manera es más fácil poder usar a los humanos sin ningún tipo de remilgo.   

Por otro lado, cuando una lee la noticia piensa, en un primer momento,  si le van a preguntar al perro acerca de si su dueño le ha sacado o no de paseo. Este pensamiento, además de arrancarnos una media sonrisa por lo absurdo de la situación, nos presenta, de súbito, un panorama de control aterrador. ¿Le podrán un chip chivato al perro?, ¿Le preguntaran al vecino obligándoles a delatarnos?, ¿Serán los veterinarios encargados de tales labores inspección?. No alcanzamos a ver como llevaran a la práctica dicho control pero el mero hecho de pensarlo nos  paraliza. 

Inmaculada Sánchez Ramos

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