Neira. La caballerosidad, tu rasgo de identidad  

Inmaculada Sánchez Ramos 

Estimado Jesús: 

En primer lugar decirte que, como te puedes imaginar, nunca hubiera querido escribir este texto, pero… la mano se me escapa y el corazón me la dicta. Los recuerdos se agolpan, la noticia me llegó de repente, sin aviso, abruptamente. Ordeno mis pensamientos. Ordeno el relato. Te explico. 

Estuve unos días apartada del mundo, desenganchándome de lo cotidiano. Unos días de esos, en los que apenas lees prensa. De hecho, entraba en Internet, ya conoces mi apego a esta red, para ver el correo y ojear, por encima, muy por encima la prensa. Cambié de destino turístico y vi, en una parada que hicimos en carretera, unos periódicos pasados, en el mostrador de un bar, y cogí uno de ellos y me dispuse a leerlo para, poco a poco, sumergirme en la realidad.  

De súbito, me encuentro con un sobresaliente titular que rezaba algo así como “Neira, se debate entre la vida y la muerte”. ¡Qué!, exclamé, Neira, fui sorbiendo las letras, saltando entre los párrafos, leyendo con más y más avidez, con la esperanza que mis sospechas fueran falsas, seguí leyendo comentarios acerca de una noticia que desconocía en sus términos y leo Jesús, y un poco más tarde profesor, y en otro texto Derecho Constitucional, y cada vez el cerco se cierra más en tu persona, y mis sospechas se confirman sin piedad, y me cercioro que hablan de ti, y consigo enterarme de las circunstancias que te han llevado a este estado y es entonces, al conocer los hechos, cuando pienso que no hay más remedio que hubieras sido tú, y mis sospechas dejan de serlo y se vuelven certidumbres. 

Este gesto, ¡Qué digo yo!, esta hazaña te define. Para aquellos que no te conozcan les da la medida de la grandeza de tu corazón, la generosidad de tu ser, la caballerosidad de tus comportamiento, por cierto, éste último es el rasgo más característico tuyo, es tu seña de identidad.  

Deseo profundamente que esta carta puedas leerla, espero que esto sea cierto, pero, si eso no es así, quiero contarle a todo el mundo que he tenido el placer de compartir tertulia política contigo, los martes, en City FM, por cierto, ya han sido muchas. Quiero que sepan que eres un analista agudo, con una argumentación sólida, con una cultura extraordinaria, brillante en la oratoria y certero en el diagnóstico. Quiero que sepan también, que eres un tertuliano inteligente, profundo, ético y con un entrañable y veraz amor a España.  

Después de la tertulia siempre, o casi siempre, seguimos los contertulios la nuestra particular, fuera de micrófonos, confrontando puntos de vista, enfrascándonos en las mismas discusiones que habíamos comenzado en antena. En muchas ocasiones coincidimos en las posiciones que mantenemos, y otras discrepamos, pero siempre con respeto, con genuino y profundo respeto. Ese respeto que nace en el convencimiento mutuo de la honradez argumental del otro. 

Querido Jesús, no quiero despedirme de ti sin agradecerte, todas las maravillosas horas de verdadero debate confrontando ideas que hemos disfrutado y deseando, de todo corazón, que podamos seguir disfrutándolas después de tu mejoría. 

Recibe un fortísimo abrazo.

Inmaculada Sánchez Ramos

 

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