No pasa nada 

Inmaculada Sánchez Ramos 

Los que de vez en cuando nos enfrentamos al teclado para contar algo nos encontramos que, en algunas ocasiones, las ideas nos bullen como si de un carrusel se tratase, sin cesar, sin pausa, sin descanso y necesitamos expresarlas y lanzarlas al exterior para compartirlas; por el contrario, en otras ocasiones, las ideas están lentas en desfilar delante de nuestra mente, nuestro cerebro parece haberse secado, el pensamiento está dormido y necesita desperezarse.

 

Ésta última, es la situación en la que estoy cuando me dispongo a escribir la contribución a canal-literatura que estas leyendo y se me ocurre que dar una vueltecita por las páginas de los periódicos me sería muy  útil. Pues bien, ¡allá que voy!.

 

Casi nada más comenzar, me  tropiezo con el siguiente texto: “Morín utilizaba en sus clínicas una trituradora indicada para destruir desechos de mataderos, pescaderías, fábricas de conserva y mercados".  

 

Naturalmente los lectores españoles sabéis de lo que se trata, pero, para lectores de otras latitudes, indicaré que la noticia hace referencia a las “clínicas” abortistas de Barcelona que regenta Morín en las que entre otras lindezas,-incluyendo el propio aborto- cabe destacar que se utilizan trituradoras conectadas al desagüe para deshacerse de los fetos humanos, como indica el titular de la noticia.

 

El texto me despierta bruscamente, me despabila los sentidos y sobre todo el alma, me inquiere y me cuestiona. ¿Cómo es posible que ocurra esto?, ¿Cómo es posible que no sea un escándalo nacional?, ¿Hasta qué grado están aletargados nuestros sentidos que, aún produciéndonos horror y espeluzno la noticia, pasamos página yendo a otra sección del periódico, sin más?. Volvemos a nuestra vida cotidiana, volvemos a pensar en lo que hemos de comprar en el supermercado, y a poner nuestra atención en tantas otras cosas que, naturalmente, sin carecer de importancia están en otro plano.

 

Pues si, señores en la España del 2008, esto es lo que ocurre, esto es lo que acontece, y en realidad el verdadero horror de nuestra sociedad no se encuentra sólo en que existan los fetos triturados de Morín, sino también, y en mucho mayor grado, que cuando pasa esto, no pase nada.

 

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