Con sentido crítico


Rotos y descosidos

Inmaculada Sánchez Ramos

 



Hace poco, leí en un artículo, una de esas frases afortunadas de las que quieres recordar, tanto la cita como el autor, pues expresan, con toda exactitud y precisión, un comportamiento humano y condensan toda una manera de ver la vida. Desgraciadamente, se me ha olvidado el literal pues, tanto en la forma como en el fondo, a mi entender, era perfecta. Ahora bien, la idea, grosso modo, venía a decir que la “ pasión” de la tiranía cuanta de antemano con la “pasión” de la sumisión. Evidentemente, ambos comportamientos se produce en muchas circunstancias pero “son necesarios” y normalmente salen a la luz, en épocas de vacas flacas.

Actualmente, como todos sabemos, estamos viviendo en el mundo de la empresas muchas situaciones de reducción de empleo, de reorganización, más o menos, rápidas, más o menos solapadas, más o menos necesarias, y con independencia de la licitud de las mismas -que, por supuesto, algunas lo son- ello ha llevado a que se pongan de manifiesto la existencia de dos tipologías que se encuentran una a la otra. Estos tipos de personajes son las sanguijuelas y los sumisos. No obstante, queremos dejar muy claro que no hay que confundir la nobilísima virtud de la mansedumbre con la aberrante actitud de la sumisión que no deja ésta de ser una claudicación y una subyugación.

Que alguien quiera abusar de otro, es obvio que no es un comportamiento modélico, pero también es patente, que ese alguien obtiene una “ganancia”, lo cual, para personas sin ningún tipo de freno ni de escrúpulos, esta ganancia les resulta rentable.

Sin embargo, nunca he entendido el comportamiento sumiso. ¿Qué clase de seducción ejerce el tirano sobre ellos?, ¿qué clase de masoquismo practican ellos?. De verdad, ¿los sumisos no se dan cuenta que a través de su esfuerzo están haciendo posible la carrera profesional de aquellos (las sanguijuelas)?, aún es más, no son capaces de entender que estas reforzando un comportamiento taimado y mezquino. O, ¿no será que por unas potenciales prebendas y sinecuras se venden a cualquier precio, demostrando una falta mayúscula de dignidad?.

Siempre me he preguntado, quién es más mezquino, quién es más rastrero.


 

 

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