Sicilia. Embriaga por su belleza.  

Inmaculada Sánchez Ramos 

Belleza caótica, suya, genuina, siciliana, pero brutal y veraz belleza. Sicilia combina, con una naturalidad asombrosa un aparente desden con la majestuosidad con mayúsculas. Segesta y Selinute, clasicismo del genuino, de la Magna Grecia, imponente proporciones.  Monreale, soberbia basílica, mosaicos de factura impecable, donde es imposible fijar la vista en un punto fijo. Los ojos se escapan de tu control, deambulan erráticamente procurando capturar con la retina todos y cada uno sus rincones para grabarlos en la mente. Quieres, pero no puedes, asimilar tanta hermosura. Sublime espectáculo. Siracusa, magnífico teatro griego, escavado en roca, brotando de ella como si hubiera nacido de las entrañas de la tierra. Metáfora perfecta del origen de la verdadera cultura. Sobrecoge el ánimo pensar que ahí estrenó Esquilo o  imaginar a Arquímedes paseando por sus calles. Y…, ¿qué decir de su plaza del Duomo?. Plaza que, cuando tropiezas con ella, no das crédito a lo que ves. Crees que sueñas.

 

No podemos olvidar a Palermo, de bullir vital, ir y venir de gente, es el caos por definición. Puestos de frutas, verduras y pescados en plena calle de la gran ciudad. Trafico indescriptible, l-i-t-e-r-a-l-m-e-n-t-e indescriptible, hay que vivirlo para conocerlo, conducción errática conviviendo, en esta esplendorosa y magnifica ciudad, con monumentos inolvidables. Es imposible no quedarse boquiabierto ante el majestuoso barroco de San José de los Teatinos y de Santa Inés. No puedes, ni de lejos imaginar, lo que te vas a encontrar al atravesar las puertas de estos templos.  Es imposible no conmoverte ante la misteriosa atmósfera que respiras en el interior de San Cataldo. Juegos de arcos y luces de geometría perfecta, exteriores púrpuras cúpulas de original hechura. Otras, otras muchas maravillas, encierra esta bellísima ciudad, el Palacio Normando y su capilla palatina, la Catedral, San Juan de los Eremitas,  la fuente pretoriana y…..    

 

Sicilia no acaba ahí, como omitir a Catania, Agrigento, Erice, Gela, Ragusa, el Etna, etc. No se lo pierdan, yo, aún estoy embriaga por su belleza, caótica, suya, genuina, siciliana, pero brutal y veraz belleza.

 

Inmaculada Sánchez Ramos

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