Como es fácil de constatar en la actualidad se
ha asentado en la sociedad un relativismo obstinado, ello tiene
consecuencias de extraordinario alcance y de una catadura ingente.
El primer efecto, y más inmediato, es que nos han robado los asideros a
la hora de actuar, de reflexionar y de pensar. Las personas necesitamos
referentes, necesitamos tener una batería de criterios que nos sirvan de
base para nuestros juicios, para nuestro proceder, en todo momento y,
fundamentalmente, en nuestras dudas, en nuestras tribulaciones. Nos han
dejado sin cimientos, como estatuas con pies de barro que no pueden más
que derrumbarse a la primera tormenta, ya que no se tiene base para
razonar, ni capacidad de discernimiento, pues no tenemos axiomas a
partir de los cuales construir, en definitiva nos han dejado huérfanos
de herramientas para Vivir.
El segundo efecto es el cambio de la relación con el otro. Cuando
establecemos un debate nos empeñamos en razonar, como si ello fuera el
camino para convencer, y digo convencer en el sentido literal “el de
vencer con el otro”. Efectivamente, éste es el camino propio de los
hombres, pero se ha convertido en una quimera, debido a la carencia de
una patria común de criterios con el otro, a la carencia de unos
principios; carencia ésta que hace vano y utópico construir
conjuntamente, con él. Es por ello que el “metodo” actual está basado en
la “seducción” y la manera de “convencer” al uso, es a través de
ejercicio de esa irresistible influencia en el ánimo del otro, que creo
es más una subyugación que un convencimiento.
Por último el haber aceptado dogmáticamente el sofisma “que todo es
relativo” nos ha llevado a la pérdida de la noción de culpa. Como todo
es relativo no existe un patrón de bien y teniendo en cuenta que la
culpa es la desviación respecto a ese bien, no puede, en esa lógica,
existir la culpa. Naturalmente, si no podemos ser culpables no hay nada
de lo que tengamos que pedir perdón y nada que perdonar. Se ha perdido
por tanto la sublime actitud del perdón uno de los regalos más bellos,
según la Madre Teresa de Calcuta.
Resulta curioso y contradictorio que, en este momento, que se ha
instalado en la sociedad un relativismo acérrimo se observa al mismo
tiempo un absolutismo brutal en determinadas ideas que se han arraigado
en las mentes de las gentes a costa de ser repetidas.
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Publicado en: 2004-12-23