Con sentido crítico


Tolerancia de los Intolerables

Inmaculada Sánchez Ramos

 


La tolerancia que, naturalmente, es una gran virtud, es un concepto que, de un tiempo a esta parte, está perdiendo su verdadero sentido, desfigurándose, de tal suerte, que ha pasado a confundirse con la transigencia de los principios y la anuencia de cualquier cosa, sin ningún sentido crítico. Hoy en día, se tacha de intolerante a alguien que tuviera la osadía de expresar una opinión contraria sobre algo que ya estuviera generalmente aceptado. O dicho más castizamente, ahora, cuando uno no traga se le tilda de intolerante. Pero, ¿qué es ser tolerante?. A mi parecer creo hemos de enfocar la respuesta a esta gran cuestión atendiendo a dos aspectos.

El primero de ellos hace referencia a analizar si tolerar es una actitud que hay que tomar en todo caso. Para este análisis supongamos los siguientes interrogantes: ¿ Es todo respetable?, ¿es todo tolerable?, o por el contrario ¿hay opiniones, actos y actitudes que son de proprio y por naturaleza intolerables?.

Si se nos formula esta idea mediante la primera pregunta, creo que una gran mayoría de personas, casi mediante un automatismo, hubieran contestado si. Este automatismo es, probablemente, provocado por la existencia del sofisma, muy extendido, que admite que toda idea es respetable. Debido a ello, pobre de áquel que hubiese osado a responder que no. Si la reflexión se hubiese presentado a través de la segunda cuestión -¿es todo tolerable?- ya, posiblemente, no sería tan abrumadora la mayoría de síes, pero, aún así, creo serían mayoritarios. Sin embargo, si se expresa la reflexión a través del tercer interrogante, es factible que muchos responderían, depende. Pero ¿de qué depende? como diría Jarabe de Palo.

Ahí entramos de lleno en el segundo de los aspectos que hacíamos referencia al comienzo. ¿Cuál el criterio para que algo sea tolerable?. Aquí hay que poner reparo a otro sofisma muy frecuente hoy en día. Está generalmente aceptada una respuesta del tipo “depende del consenso que haya alcanzado esa opinión, acto o actitud”, depende de lo que la mayoría ha opinado”; y ¡hala! nos quedamos tan tranquilos. Se me puede tachar – tergiversando mis palabras- de anti-demócrata, lo cual es falso, pues la democracia es la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, definición ésta, que no hace juicio de valor en relación a la bondad o maldad de lo elegido. En lo referente al consenso, no olvidemos que es el acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos. Esta definición admite comentario análogo al anterior, ya que los acuerdos no son intrínsecamente buenos- ni intrínsecamente malos- sino que está en función de lo que sea materia de acuerdo, es decir de lo que se acuerde. Parece que se ha olvidado, que unos de los grandes holocaustos de la historia, se llevó a cabo con el consentimiento- consenso- del pueblo alemán, o es que ¿nadie recuerda que Hitler llegó al poder mediante sufragio?. Y es, precisamente, el no respetar a las personas- no así a todas su ideas- el ejercicio de intolerancia por excelencia.

En definitiva, toda persona portadora de una idea, acción, opinión y actitud es respetable pero no, necesariamente, toda idea, acción, opinión y actitud lo es- por muy respetable sea su portador-. Como dijo Václav Havel que a nadie se le escapa que pareció la intolerancia en sus propias carnes: La tolerancia deja de serlo cuando se tolera lo intolerable.



 

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