Ilusa de mí, pensé...

Escribe, coge la pluma y pon tu imaginación a en ella.
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elissita
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Ilusa de mí, pensé...

Mensaje por elissita »

Se acabó, no puedo seguir con esto, me marcho, me dijiste una mañana de otoño. Sí, ya sé que no fue así, que esta manía mía de simplificarlo todo ha hecho que olvide la retahíla de excusas que detalladamente me expusiste sin mirarme a los ojos. ¡Ay querido! Olvidaste ese pequeño detalle; y ese gesto encantador que yo achacaba a la dificultad que tenías para expresar tus sentimientos, se convirtió en la más cruel de las traiciones. Si yo hubiera reparado que esa bajada de párpados era en realidad el escudo del que te servías para esconder tu facilidad de mentir, qué distinto hubiera sido el final, pero el amor es cruel, tu “amor” fue cruel y a cambio de minúsculos momentos de felicidad, me cegó los ojos para que no viera más allá de mis narices.
<BR>Cerraste la puerta y me quedé quieta, sola, perdida como un perro sin dueño y lo peor de todo, incapaz de llorar, sin esa posibilidad de verter a través de cada lágrima las agujas de tristeza que se iban clavando dentro de mí. Por suerte, un buen día agujerearon mi cuerpo convirtiéndome en una fuente salada andante, Y fue en ese momento cuando comprendí que no me había armado lo suficiente para combatir a la tristeza. ¡Bendita frase, si no puedes al enemigo únete a él!. No luchaba porque cada ataque era una derrota, me dejé vencer y en un descuido propio de la confianza de los ganadores me levanté y le planté cara, o lo que es lo mismo, le dije: ¡aquí estoy yo, bonita!. Entonces cogí cada uno de tus recuerdos y los fui rompiendo en un ritual semejante al esparcimiento de cenizas de los muerto, con sus lloros, sus moqueras, sus suspiros e incluso palabras de despedida.
<BR>Como destruir todo lo tuyo no era suficiente, cambié cada rincón de nuestra, mi, casa, en otro ritual, que me recordaba a la muerte de la abuela, cuando, una vez muerta, mi madre y mis tías empezaron a blanquear toda la casa, desinfectar, tirar, como si hubiera muerto de la peste, cuando en realidad sólo había sido un infarto. Con una actividad y decisión que rayaba la locura, sumadas a mis días de asuntos propios y a ese delicioso puente que nos brinda diciembre cada año, puse todo patas arriba, convirtiéndose las mañanas en agotables idas y venidas, cayendo rendida por la noche es un sueño profundo, alterado por pequeños desvelos en los que mi máxima preocupación era la posición de los muebles, los colores a utilizar y por supuesto, el esfuerzo económico que todo ello me estaba suponiendo. Tan sólo me quedó cambiar la dirección de la casa, trabajo demasiado cansado e inútil que no vi necesario; y así todo lo que un día fue nuestro, se quedó en sólo mío.
<BR>Una vez aniquilada toda presencia física, me senté embobada a contemplar mi obra, satisfecha, molida y feliz, acogiendo otra noche en la que mis alteraciones del sueño fueron provocadas por cavilaciones a cerca de cuando daría a conocer al mundo exterior mi renovada morada. Cumplido el trámite, me enfrenté a las Navidades ayudada por el cambio de escenario y por el silencio de mis familiares sobre todo lo referente a ti. Volví a mi fortaleza segura de que ya todo lo peor había pasado, y sin ninguna preocupación aparente recuperé esa delicia de costumbre de acompañar la fase previa al sueño con la lectura de apenas dos páginas de un libro; pero algo no iba según lo establecido, se suponía que al no existir presencia material alguna tuya, el caso estaba cerrado, pero me equivoqué y sólo estaba visto para sentencia, y desde ese día tu espíritu invade mis lecturas, mi música, mis películas, invade mi cama, invade... . Y aunque ya no me levanto con el baile de mariposas mañaneras en el estómago que me iban disminuyendo el peso, ni con la apatía que hacía que poner un pié en el suelo se convirtiera en un esfuerzo propio de una enferma, y aunque sé que estoy mejor que cuando estabas tú, aún así amor mío, cada día tienes el honor de mi primer y último pensamiento por esa rara tendencia que tenemos algunas mujeres de atarnos a quien menos nos conviene, y si, el primer puesto es suplantado, por alguna noticia extraordinaria que el periodista de turno se encarga de transmitirme, rápidamente el espejo me devuelve las marcas de tu ausencia, dos arrugas, las cuales he tratado de reducir, que no eliminar, (ya me avisó la dependienta, que la maravillosa crema, que anuncia la espléndida modelo de cuyo nombre no puedo acordarme, reduce las de expresión, olvidándose decirme que no era eficaz con las del desamor) y dos canas – ahora que trato de ser una todo se duplica, claro que también puedo ser un dúo, yo y mi circunstancia, siempre y cuando aceptemos a la mencionada como animal de compañía - con las cuales mantengo una lucha mensual saliendo yo victoriosa, no si antes llevarme por delante 3 o 4 pelillos inocentes.
<BR>Y sin nada más que decirte, sabiendo que jamás leerás esta carta, me despido, evocando aquella triste melodía que decía algo así: “ creo que me va a quitar el sueño un dedo aquí, un labio allá, que te perdí, que ya no estás, que ya viví y que te vas”.
<BR>

EdnoAzzuri
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Ilusa de mí, pensé...

Mensaje por EdnoAzzuri »

hasta ahora, lo mejor que he leido, pero ya te lo dije.
<BR>Un beso, E.
<BR>

Meursault
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Ilusa de mí, pensé...

Mensaje por Meursault »

Enhorabuena (de veras, nada de cinismos), no sabía que escribías, y tan bien además.
<BR>Aunque me pierdo con esa 3ª persona de la que hablas, porque escribes sobre alguien, no? , o es una personificación.
<BR>Un abrazo fuerte.
<BR>El extranjero.

Roma
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Ilusa de mí, pensé...

Mensaje por Roma »

ACABO DE REGISTRARME EN ESTE FORO PORQUE ME ENCANTA LEER Y ESCRIBIR...
<BR>Y HE TENIDO UN BUEN COMIENZO LEYENDO TU RELATO, PRECIOSO.

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