Tus ojos son la puerta

Escribe, coge la pluma y pon tu imaginación a en ella.
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LuisBermer
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Tus ojos son la puerta

Mensaje por LuisBermer »

TUS OJOS SON LA PUERTA
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<BR> ¡Hola cacho carne! Perdona…¿te ha ofendido que te llame así? Lo siento, pero cuanto antes abras los ojos, mejor será para todos. ¿Recuerdas las clásicas preguntas? ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Bien, pues a mí me han sido regaladas, creo que por error, las respuestas que terminan con el misterio para siempre; sería demasiado egoísta e irresponsable por mi parte no compartir ese conocimiento con mis hermanos. Sé que nadie me creerá, ni siquiera tú, como yo mismo no lo hubiera creído hace unos meses; me tacharán de trastornado, “secuela de su accidente” –dirán, y todas estas palabras caerán en el olvido. Pero al menos, moriré habiéndolo intentado.
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<BR> Y no pienses que esas respuestas llegaron a mí por ser yo un sabio, o un estudioso, no. Mas bien al revés, ni siquiera llegué a la universidad; yo sólo soy un desgraciado del montón, jodido por todas partes y reventado a trabajar para poder comer todos los días. Y fue precisamente así como comenzó mi revelación: volvía a casa de trabajar, a la caída de la tarde, cansado y hecho polvo, por variar. La culpa la tuvo uno de esos gilipollas con un BMW que, creyéndose el rey del asfalto, adelantó cuando no debía. Un camión venía de frente, y mientras me pasaba, vio que no le daba tiempo a volver, así que optó por echarme fuera de un volantazo. Yo sólo sé que me asusté, después escuché un fuerte impacto a mi lado, y luego…nada. No sé que sería de él, pero yo pasé tres meses y medio en coma.
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<BR> Ignoro qué ocurrió durante esos meses fuera del mundo.
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<BR> Pero cuando volví a la vida, yo no era ya la misma persona. De alguna manera, se puede decir que resulté muerto en aquel accidente.
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<BR> Y no por culpa de la amnesia. Recordaba perfectamente toda mi vida, incluyendo el momento del choque, como si hubiese ocurrido el día anterior, y no tres meses atrás. Recordaba y reconocí también a mi mujer, cuando la dejaron pasar y entró llorando a abrazarme. Igual que la comprendía cuando se marchó de casa –tras mi rehabilitación, meses después- entre llantos, llevándose a los niños, gritando que ya no sabía quién era yo, que me había convertido en un perfecto desconocido, en un extraño inquietante.
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<BR> Yo la comprendía, sabía que tenía razón. Pero no sentía nada por ella, ni por los niños, ni por ninguna otra cosa en el mundo. No sentía alegría ni tristeza, ni pena ni rabia, miedo, angustia, melancolía o euforia…nada de nada, en absoluto. Me veía por dentro como una simple máquina de procesar. Mi neutralidad emocional era la propia de alguien concentrado en calcular un presupuesto sencillo, pero de forma constante. Así me sentía. Ese era el estado que suplió a todas y cada una de mis emociones.
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<BR> Los médicos no tenían respuestas. Mis lesiones cerebrales no explicaban esta insólita secuela. De hecho, me encontraba mejor de lo que, en justicia, me correspondería estar. Pensaba, razonaba, calculaba, recordaba y percibía con total normalidad. Físicamente no había más que arreglar en mi cuerpo, así que mi falta de emociones se atribuyó a shock psicológico, y me mandaron a terapia. Puede que para ellos fuese un psicópata, un monstruo; pero lo cierto es que nunca antes en mi vida me había encontrado mejor: tranquilo, sin culpa ni remordimientos, ni absurdos quebraderos de cabeza, tampoco estrés o vaivenes del estado de ánimo…nada…toda mi basura mental, donde habitualmente me revolcaba, había sido barrida de golpe, quedando en su lugar esta…maravillosa quietud de espíritu. Pronto abandoné la terapia, pues…¿para qué diablos la necesitaba? ¡si estaba en la gloria!; sentía que deseaban arrebatarme mi mayor tesoro, hacerme sufrir de nuevo –como manda la cultura cristiana- con mi completa humanidad restaurada. No, gracias; prefiero mi nueva y feliz monstruosidad.
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<BR> Poco a poco, con el paso de los días y semanas, empecé a comprender lo qué me había ocurrido en realidad. Imágenes llegaban a mi mente, como enviadas desde un satélite. Las ideas parecían conformarse solas, entrelazándose con claridad y coherencia, abriéndose las puertas de conocimientos sorprendentes:
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<BR> Cuando la gente dice que “todos los hombres somos hermanos”, no saben hasta qué punto tienen razón. Comenzaré hablándote de nuestros padres ¿Nuestros? ¿Tuyos y míos? – te preguntarás. Sí, tuyos y míos y del resto de la humanidad. Verás, yo los he visto…en una de esas imágenes mentales, pero te aseguro que, aunque quisiera, no podría describirte su aspecto incomprensible. Los he visto sí, durmiendo…
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<BR> Bajo la superficie de Marte.
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<BR> Ellos nos crearon, somos sus productos, programados biológicamente para servir a sus fines que, pobres idiotas, confundimos con los nuestros sin ver su alcance último. Por eso te decía que no somos mas que cachos de carne. Con mi accidente sucedió algo insólito: su programación estándar quedó borrada, o tal vez sólo velada temporalmente –y por ello tengo que apresurarme, terminar y extender mi mensaje-, hasta que me descubran, y la verdad quede de nuevo enterrada. Intentaré ser conciso y claro en mi explicación de lo que sé:
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<BR> La raza de nuestros padres –y aunque no me guste llamarlos así, es la verdad- está a punto de desaparecer. Su planeta está agotado desde hace milenios, y sólo su alto conocimiento científico les mantiene en su precaria supervivencia. Ellos nos crearon –imagínate por un momento su dominio sobre las leyes naturales- para explorar su mundo habitable más cercano: la Tierra; única posibilidad de evitar la extinción. Ignoro los motivos por los cuales no vinieron de un modo directo, pero presupongo condiciones insalvables; tal vez sea el viaje físico –y esperan de nosotros que creemos el “puente espacial”-, tal vez alguna característica de la atmósfera, es imposible saberlo. El caso es que –y esto sí lo sé- nuestros ojos son sus ojos, y a su través conocen lo que esperan sea su próximo hogar, mientras lo acondicionamos con nuestras manos, y nuestro trabajo. ¿Te suenan de algo los ovnis? ¿las abducciones? Así recogen sus muestras estadísticas, sacando de nuestros cerebros las imágenes que necesitan, analizándolas para avanzar en la representación certera de su mundo futuro, evaluar nuestros progresos, y quién sabe cuántas cosas más…
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<BR> Me causa admiración conocer lo elaborado de nuestra programación, casi perfecta. Necesitaban un organismo con alto grado de adaptación al medio y capacidad de propagación. La reproducción constante fue el modo elegido para evitar el desgaste por la acción del tiempo, la muerte y extinción, asegurando así la continuidad de la misión. El instinto sexual es primario, y aquellos que desprecian la crianza por voluntad propia son marcados socialmente, de una u otra manera, como “anormales”, traidores a la especie. La protección a los bebés también es una pauta programada. Así, toda la organización del Hombre se concentra en estos aspectos, que coinciden plenamente con sus metas. “Creced y multiplicaros” – nos insertarían después, un dogma psíquico más entre los muchos que llegarían, para reforzar la eficacia y mantenimiento de las acciones biológicas. Cuando nuestros cerebros empezaron a desarrollarse, trascendiendo lo puramente animal, y comenzaron a formularse preguntas, ellos hicieron surgir la religión, la cultura, y otros sistemas de pensamiento, para mantener la mente compleja ocupada durante los tiempos en que las actividades pro-perpetuación están satisfechas. Inscriben para siempre en nosotros el concepto de Dios sobrevolando la Tierra; prometiendo una vida eterna tras el dolor de lo físico y lo perecedero. Los que no creen se refuerzan en el orgullo de no necesitar la eternidad, ni la protección de los Dioses. Pero unos y otros se aferran así a la vida, creyéndose únicos, especiales…
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<BR> Todos engañados.
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<BR> Aunque mis palabras sean limitadas y me impidan expresarlo mejor, todas las piezas de esta farsa extraordinaria encajan en el puzzle de mi mente con total precisión. Necesitan escanear este mundo al milímetro, recoger tantos imágenes de nuestras mentes como sea posible…Sí, todo encaja: exploramos hasta el último rincón para ellos, como sondas de carne; viajamos por placer, decimos, y nos divertimos para obtener imágenes de lo fortuito, lo inesperado. Como en las fiestas y tradiciones, donde lo viejo se hibrida con lo actual, creando un refugio en el tiempo, un oasis de imágenes en renovación al que poder volver, si la aventura subjetiva se vuelve rutinaria en exceso. La ciencia nos protege, nos alarga la vida –más imágenes-, nos abre nuevos escenarios –nuevas imágenes-. Despreciamos a los ciegos, a los paralíticos, a los disminuidos de todo tipo…retrasados en su capacidad de movimientos / número de imágenes recolectadas.
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<BR> Sí…a las mujeres les gustan los tíos con dinero, que aseguran su vida rica en estímulos e imágenes agradables, así como la vida de sus futuros hijos. “Sólo quiero lo mejor para ti, hijo” decía mi pobre madre, que en paz descanse. A los hombres nos gusta salir con muchas mujeres –certeza de buenas y variadas imágenes, sin duda-, a veces incluso con dos o tres en un mismo periodo. Pero éste es un patrón desfasado: hemos descubierto que obtendremos muchas más si hombres y mujeres hacemos lo mismo, sin distinciones. Los niños y jóvenes no pueden estarse quietos, quieren verlo todo, probarlo todo con incansable curiosidad, gustan de correr, practicar deportes arriesgados, buscar emociones en grupo, el cine, la televisión y sus vídeo-clips musicales, los videojuegos…miles de imágenes rápidas, por si la muerte les robase la vida casi antes de empezarla. A los viejos, viéndose ya limitados para la exploración, les gusta rememorar sus mejores imágenes, rescatarlas del pozo de los años, como para “entregar” a nuestros invisibles padres lo que mejor consideran, antes de que lo borre el olvido…
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<BR> Imágenes, imágenes, imágenes, imágenes…para ellos.
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<BR> Me pregunto cuántos iluminados como yo seremos bajo el sol, si es que no resulté ser un error excepcional. También me pregunto si ya serán conscientes de mi estado, y cuánto tiempo tardarán en ponerle remedio. Puede que mi vida no corra peligro, después de todo, pues una luciérnaga en la noche jamás pudo iluminar un bosque frondoso. No…no creo que sea el único, cuando pienso en el Arte, que pese a su función distractora, ha aportado tantas intuiciones aproximadas a la Realidad. Recuerdo muchos cuadros que me impactaron, sin saber explicar el por qué –ahora sí que lo sé-; cuadros como “El grito”, o ese en el que aparece un dios comiéndose a su hijo, no recuerdo su nombre, como el de otros muchos, aunque sí sus imágenes. Se dice con frivolidad que los creadores están locos, sólo porque descubren que lo “imposible” puede ser también lo real, algo inasumible, contrapuesto al ambiente de ignorancia necesario y óptimo para el desarrollo de la misión.
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<BR> Es emocionante ver, a pesar de la férrea programación, como la inteligencia del Hombre viene rebelándose contra su terrible destino desde hace siglos. De forma oscura y ambigua, bajo el manto de símbolos y mitologías proféticas, pero sin duda ahí, siempre ahí: la advertencia sobre la amenaza impensable que nos aguarda en el callejón del futuro. Las preguntas ya están respondidas:
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<BR> -¿Quiénes somos? Exploradores y obreros de carne; productos de una especie superior.
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<BR> -¿De dónde venimos? De los laboratorios subterráneos de Marte.
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<BR> -¿Adónde vamos? Hacia nuestra segura extinción, cuando se cumpla lo programado.
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<BR> Ignoro cómo piensan exterminarnos, una vez cuenten con todas las imágenes que necesitan, y pongamos nuestros escépticos pies en Marte…Marte…Dios de la guerra…otra sabia intuición de nuestros hermanos de la Antigüedad…Tal vez nos fulminen con su tecnología, la misma que usaron para crearnos, o simplemente pueden estar esperando nuestra propia autodestrucción.
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<BR> Sólo veo dos caminos posibles para que la humanidad sortee el abismo: el primero pasaría por la atomización de Marte, algo que intuyo inalcanzable para nuestra fuerza actual. El segundo, casi tan factible como el primero, consiste en dejarles ciegos, para que nunca puedan llegar. Nuestros ojos son sus ojos, ésta es nuestra debilidad, pero también nuestro poder. Debemos sacrificar nuestros ojos, si no queremos morir. Una nueva humanidad, ciega pero viva, que conformaría un nuevo orden: ejércitos ciegos no pueden desencadenar la Guerra Mundial que ellos pueden estar esperando. Ciegos ellos, quedarían condenados y encadenados a la agonía de su propio mundo. No hay otra solución.
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<BR> Convencer a un hombre es difícil; a la totalidad de los hombres, un imposible, máxime cuando la propuesta es que se arranquen sus propios ojos. Así, mi misión es clara: dedicaré lo que me reste de vida a recorrer el mundo, cortando ojos, un día aquí, otro allá, en ciudades grandes y pueblos pequeños, pero nunca permaneceré más de un día en el mismo lugar, siempre en movimiento. Y serán de niños preferentemente, pues ellos son el futuro.
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<BR> Sé que mi labor será minúscula –conseguiré algunos centenares, tal vez miles con algo de suerte, antes de caer-, en comparación con todo el trabajo que quedará por hacer; pero al menos el primer paso de ejemplo ya está dado, y en algo retrasará la llegada de nuestros padres.
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<BR> Mientras extenderé mi mensaje: cientos de cartas a periódicos y particulares. Sólo importa que sea leído, aunque no lo crean.
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<BR> Y que los posibles, aunque improbables, salvadores del Hombre comprendan las claves que custodia esta aparente ficción.
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<BR>Visita <a href="https://www1.webng.com/luisbermer/" target="_blank" target="_new">https://www1.webng.com/luisbermer/</a> …si te atreves…
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