Amor furtivo

Wilma_ · Mensaje por **Wilma_** » 21 Jun 2005 07:06

Amado mío:
 
 Donde estés, quiero que te llegue esta carta.
 
 Evoco los días que pasamos en aquella isla solitaria y cálida. Donde solo teníamos tiempo para amarnos. Me despertabas con un dulce beso y con flores recién cortadas para mí. Yo sonreía y coquetamente las colocaba en mi pelo. Seguíamos en la cama, riendo, haciéndonos confidencias, mirando la luz que nos envolvía. Perezosamente saltábamos fuera de la cabaña, para seguir amándonos mientras nadábamos, paseábamos, jugábamos; siempre de
 la mano. Buscabas mis labios para besarlos; me susurrabas al oído; recorrías con tus manos mi cuerpo siempre dispuesto a dejarse acariciar.
 
 Sabíamos que sólo eran días robados al tiempo: tú y yo teníamos otra vida que nos esperaba. Pero eso no lo mencionábamos. Le usurpábamos al tiempo cada segundo de aquel nuestro furtivo encuentro. Cualquier instante, cualquier situación, cualquier minucia era una invitación para el amor. El mar: testigo que contempló la pasión que desbordamos el uno sobre el otro y que sempiternamente guardará silencio en los abisales rescoldos de su memoria.
 
 ¿Recuerdas la última tarde? Yo leía, tu fumabas plácidamente mirando el infinito, sin mediar palabra. Nos miramos. Te levantaste del sillón, te viniste hacia mí, besaste mi frente, mis mejillas, mis ojos, mis labios. Dulcemente me tomaste en tus brazos, me llevaste al lecho, y con ausencia de palabras nos amamos, con un amor físico, lascivo, sacrílego. Era nuestro último capítulo, y ninguno de los dos quería colocar la palabra fin. .
 
 La mañana siguiente la sirena del ferry contaba al viento que yo me iba en él, alejándome del muelle en el que tu me mirabas. Tomarías el próximo, ya por la tarde. Tu sonrisa, en la distancia, intentaba trasmitirme un estado de complacencia. Descubrí, sin embargo, un atisbo de tristeza en tu mirada, que me decía ya siempre sería tuya.
 
 Habíamos decidido no saber nada mas el uno del otro. Pero hoy, la fuerza del amor evoca aquellos dulces recuerdos. Sé que donde estés, al leer estas líneas, sentirás igual que yo, y entonces se desatará en ti la fuerza del amor que te impulsará a buscarme, a encontrarme, y a retomar, para siempre, aquel paraíso hecho de besos y caricias. Ya no contara el tiempo, sólo contaremos tu y yo.