Walvis Bay.

Escribe, coge la pluma y pon tu imaginación a en ella.
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BoTTiCeLLi
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Ubicación: Málaga

Walvis Bay.

Mensaje por BoTTiCeLLi »

A Walvis Bay siempre iba cuando mis intentonas de conquista de tu corazón fracasaban. No era un sitio muy cercano, más bien lejano, pero su paz, su tranquilidad, sosiego y todas esas palabras a las que uno recurre cuando hace falta, eran demostradas.
<BR>Llenaba mi nevera, mi despensa, mi piscina, mi rostro de lágrimas y mi mente de recuerdos de ti. Y con todo, cerraba la puerta de la casa, de mi alma, sin más contacto con el exterior que el de los flamencos que en el ocaso ´´aterrizaban´´ en la bahía.
<BR>En cada hora que pasaba, yo incluía un recuerdo diferente, un momento distinto con un denominador común; tú. Cada detalle a tu lado, cada segundo, cada grito, cada sonrisa, cada enfado, cada engaño y cada lamento, se ubicaba en mi corazón, edificando con ello una particular y ensangrentada construcción de recuerdos.
<BR>Pasados los días, los meses incluso, me llamabas; me echabas de menos, asegurabas, me necesitabas. Y yo, enamorado hasta el hueso invisible de mi corazón, regresaba.
<BR>
<BR>El primer día era hermoso. No puedo seguir así, te decía. Y tú me contabas que había alguien anidando en tu corazón, pero tenías miedo y necesitabas mi ayuda…
<BR>No podía dejarte, aun con dolor, y no soy nada caballeroso por eso, sólo un ingenuo enamorado que prefiere morir viendo tu sonrisa, sin más premio que ella misma.
<BR>Te animaba, te estimulaba, te instaba a hacer caso a tu corazón, la única dictadura de este mundo que no necesita justificarse y a la que siempre hemos de seguir obedeciendo.
<BR>
<BR>Y así, con la resonancia de tu sonrisa, -ya acompañada-, en mis ojos, regresaba a Walvis Bay. Y continuaba con mi edificación de recuerdos.
<BR>Pero algo distinto ocurrió en ese segundo viaje, y no fue un cambio en los hábitos de los flamencos. Llegó alguien. No era una diosa. Sólo una mujer de pelo negro y ojos grises. Una joya que venía a la isla a construir recuerdos, como yo. Y con ella, a la luz de la luna namibia, un par de cervezas, latas de conserva y diálogos sin maquillaje, acabé mi obra, clausurándola sin apenas inaugurarla.
<BR>
<BR>El destino fue el payaso más bromista de la historia. Llamaste una tarde, una tarde en la que ella y yo ya abandonábamos Walvis. Me pedías que volviera, que por fin te habías dado cuenta de quién era tu amor de siempre. Me amabas, querías perdón, querías conmigo envejecer. Y yo te dije: en la isla de los recuerdos, en Walvis Bay, tienes mi respuesta…
<BR>

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