El latido de los difuntos. Por Rebecca van Winter

Tunel de luz 1 sepia

Almas e Impregnaciones

Todos los seres vivos dejamos una huella, una impregnación energética en este mundo, pero también nuestros difuntos la dejan.

Vivos y ausentes esparcen su latido, que puede ser positivo o negativo.

Todos hemos escuchado casos y anécdotas de lugares, objetos, personas que desprenden una energía negativa, opresiva, que obliga a apartarse urgentemente sí o sí de ese lugar, de esa persona o ese objeto a aquel ser más intuitivo, más sensitivo.

En definitiva se repelen como dos imanes de distinta carga energética o, si quieres en un lenguaje más mundano, se repelen como el Autan a las mosquitos.

También has escuchado casos de personas a los cuales un sexto sentido los avisa de que un lugar, objeto o persona está cargado de energía positiva y se encuentra a gusto, en paz, encuentran el sosiego que tanto escasea.

 ¿Pero por qué? ¿Qué ocurre con esas impregnaciones? ¿Por qué notamos la energía positiva o negativa? ¿Por qué en algunos lugares notamos maldad o bondad? ¿Por qué hay lugares donde escuchamos u olemos a nuestros ausentes, su perfume?

Lo puedes llamar Impregnaciónenergía positiva o negativa; Qì pronunciado Chí, en OrientePraná en el Hinduismo; Reiki, para esta nueva era… el término es lo de menos para designar la Energía Universal.

Pero vamos paso a paso a explicar las energías.

Mucho he hablado en este tiempo sobre la glándula pineal y sus numerosas funciones y capacitaciones y ya señalé que seguiría explorando esa maravillosa glándula, instalada en nuestro cerebro.

Pues bien, te diré que notamos esa energía que desprenden algunas personas, lugares, objetos o nuestros ausentes…, dependiendo del grado de activación que posea tu glándula pineal ya que ésta percibe la radiación electromagnética mediante la cual se propaga la energía de un lugar hacia otro.

 ¡Sí, has leído bien! Radiación electromagnética. ¡No te asustes, que lo explico de una manera muy sencillita!

Verás, empecé leyendo trabajos y extrayendo conclusiones sobre la radiación electromagnética de distintas fuentes universitarias europeas y americanas pero el resumen que vi expuesto en la Universidad Complutense de Madrid —la UCM— me resultó muy esclarecedor:

energía electromagnética
«La energía electromagnética se emite en forma de onda —como las ondas que llegan a una radio; o las ondas en un estanque al lanzar una piedra contra el agua— ya que ellas, las ondas, son campos eléctricos y magnéticos oscilantes que influyen en las distintas formas biológicas, en las células, en las plantas, en los animales, en los seres humanos, etc.

Las ondas electromagnéticas producen efectos biológicos beneficiosos o perjudiciales para la salud al emitir «frecuencias de onda más o menos intensas» que el organismo asimila o rechaza.

Si el organismo lo rechaza se puede producir un efecto perjudicial para la salud cuando el efecto biológico sobrepase la capacidad de absorción del organismo expuesto, produciendo alguna dolencia en mayor o en menor grado.»

En palabras más sencillas, seguro que te has encontrado en algún lugar impregnado de energía negativa o frente a una persona que desprende energía negativa aunque tú no lo sepas, o has entrado en algún lugar público, un restaurante o cafetería, y sin saber por qué no te ha gustado nada el sitio o las personas y te has sentido rar@, extrañ@. ¿Verdad que sí?

Cuando esa frecuencia de onda, esa impregnación negativa llega hasta nuestro cerebro y este lo procesa, como tendencia natural o «sexto sentido» —si así deseas llamarlo—, el cerebro repele ese electromagnetismo excesivo si nuestra frecuencia de onda es positiva y automáticamente percibiremos, sentiremos malestar general que te avisa de que algo no marcha bien ya que tu glándula pineal, aunque esté activada en un grado muy pequeño, avisa como un radar a nuestro cerebro y éste al cuerpo, que se pone en estado de alerta.

Puedes notar desaliento, falta de aire, incremento del riego sanguíneo, mareo, taquicardia o ganas de vomitar —en las impregnaciones más agudas—, en definitiva, ganas de salir pitando —si me permites la expresión— del lugar donde estés o de alejarte de la persona con la que estés. ¿Por qué? Porque tu cerebro no es tonto y te avisa de que puede ser perjudicial para tu salud recibir más energía universal de la debida. ¡Vamos, un puro instinto de supervivencia!

 Distintas universidades, como el ejemplo de la UCM (Universidad Complutense de Madrid), han estudiado y están estudiando la frecuencia de los campos electromagnéticos y sus consecuencias en el organismo vivo, detectándose lo siguiente:

  • Frecuencia superior a 1 Mhz: Causa sobre todo calentamiento, pequeñas cantidades de calor que el cuerpo absorbe beneficiosamente; por ejemplo, los rayos solares.
  • Frecuencia inferior a 1 Mhz: Induce cargas de corriente eléctrica que pueden estimular los nervios y los músculos. Las corrientes eléctricas ya están presentes en el organismo como parte de la propia reacción química de la vida. Por lo tanto, si absorbemos más corriente eléctrica de la debida, es posible que se produzcan efectos perjudiciales para la salud.
  • Campos eléctricos y magnéticos estáticos: Inducen cargas de corriente eléctrica que aunque no penetran tanto en el organismo como los campos magnéticos sí son apreciables para el ser humano (movimiento del vello cutáneo —el llamado vello de punta—) en casos muy leves. Cuando los campos son muy intensos puede alterar el riego sanguíneo o modificar los impulsos nerviosos normales, aunque es un campo en vías de exploración.

 En resumen lo que la UCM explica de una manera científica es que los efectos biológicos se producen porque las ondas electromagnéticas provocan cambios fisiológicos perceptibles o detectables por nosotros que son perjudiciales para la salud cuando el efecto biológico sobrepasa la capacidad normal de absorción de energía por parte del organismo.

 ¡Hasta aquí bien! —me dije—, hay una causa externa A, que provoca una reacción electromagnética en nuestro cuerpo y dependiendo de cómo seas tú o como sea yo, es decir, más positivo o más negativo, reaccionarás de una manera u otra y si encima tu glándula está un pelín o muy activada y tienes sensibilidad ampliada podrás percibir más energía positiva y negativa que llega desde ese estímulo A. Pero me surgió otra pregunta.

Está claro que los humanos tenemos ancladas a nuestro ADN tendencias positivas o negativas, nacemos siendo más positivos o negativos y esta positividad o negatividad se va incrementando dependiendo del entorno, de las elecciones personales o elección del libre albedrío — como lo defino también en mi novela LO INESPERADO— que se presentan a lo largo de la vida. Y ahora se demuestra que existe una energía universal que influye en las personas, pero… y aquí viene la pregunta:

¿Por qué esa energía la percibimos en ciertos lugares? ¿Por qué la escuchamos, la olemos? Es más, ¿por qué podemos captar el latido de nuestras almas ausentes?

Todos hemos oído hablar de lugares históricos que según muchos testimonios conservan los “Ecos de la Batalla”.

Estos testigos han podido presenciar, sentir e incluso grabar voces de ausentes.

Han escuchado sonidos con gusto a batallas lejanas en pleno siglo XXI cuando no existe en el terreno tal batalla. Puede ser sonido de caballos, cañones, aviación, bombas cayendo, gritos, campanadas, blandir de espadas, etc. Pero tras muchas averiguaciones me dejó atónita comprobar que no es algo de nuestro siglo XXI sino que desde tiempos remotos se han recogido estas experiencias de «sonidos fuera de tiempo y contexto».

Numerosos son los ejemplos que puedo proporcionar:

 Belchite (Zaragoza): Un pueblo en ruinas, famoso por su cruenta batalla en la Guerra Civil Española (1937) y más famosas todavía las numerosas psicofonías efectuadas en pleno siglo XX y XXI donde se han registrado sonidos de aviones dejando caer bombas; campanadas; ráfagas de metralleta; conversaciones, etc., cuando, repito, solo es un «pueblo fantasma, un pueblo en ruinas» gettysburg ejercito

 Los fantasmas de Gettysburg (Pensylvania): Guerra de secesión Americana 1863. Incontables son los casos de personas que han narrado como en esta pequeña localidad donde se libró la batalla más encarnizada que inclinó la balanza hacia el estado de la Unión aún hoy escuchan, sienten y ven las personas más sensibles que habitan esa pequeña localidad a soldados deambulando desorientados mostrando sus heridas, o escuchan perfectamente el clamor de la cruenta batalla «… y el sonido de caballos te mantiene despierto por la noche, sin que nada se vea a ojos humanos…», expresan constantemente los actuales vecinos.

 Diappe (Francia): Año 1951. Dos mujeres inglesas disfrutan de sus vacaciones cuando unos terribles ruidos, parecidos a cañonazos, fuertes disparos, voces agónicas, etc., provenientes del mar perturbaron sus vacaciones durante al menos dos horas. Extrañadas indagaron e investigaron hasta descubrir que en ese mismo lugar nueve años atrás se libró una encarnizada batalla para conquistar la plaza ocupada por el ejercito alemán en la Segunda Guerra Mundial.

 Dunblane (Escocia): Año 1974. Los vecinos del residencial escucharon atónitos un ruido ensordecedor de pasos y carretas tiradas por cientos de hombres como si un ejército cruzara sus jardines. Los animales domésticos de la urbanización quedaron petrificados mirando al vacío hacia el ruido que sus amos podían escuchar pero no ver.

Un vecino investigó sobre el pasado de la zona hasta descubrir que ese lugar, donde hoy se asienta su apacible urbanización, había sido lugar de transito y posible desaparición de la famosa IX Legión Hispana en el año 117 d. C., un ejército compuesto por más de cinco milhombres del que nunca se supo nada.

Pero no pienses que son hechos recientes, también en el pasado se habló de estas impregnaciones en diversos lugares. Déjame que solo narre uno que a mi juicio me ha parecido de lo más curioso. Y ya sabes, si conoces más casos… te animo a que me lo comentes.

Hablo de la batalla ocurrida en Maratón (Grecia): Conocida es la narración de Herodoto que cuenta como el soldado Filipides —el soldado más rápido de las tropas Atenienses— fue enviado a Atenas para narrar la victoria de sus tropas a toda la ciudad. Tras recorrer los 42 kilómetros corriendo entre el campo de batalla de Maratón y Atenas, cayó exhausto y posteriormente murió. En su honor se forjó la competición deportiva que hoy conocemos como maratón, pero hay una historia narrada por Pausanias —historiador y geógrafo griego— que ha pasado por la historia de puntillas.

Él narra como en la llanura de Maratón retumban los ecos de una brutal batalla muchos siglos después de que ésta se produjera. «… Allí es posible durante la noche percibir el relinchar de los caballos y la lucha de los hombres, cuando los vivos llegan allí por casualidad procuran no incurrir en la ira de los espíritus.»

 A pesar de estos ejemplos que he dejado, me seguían asaltando dudas y preguntas: ¿Por qué algunos sitios siguen regurgitando sus batallas?

 La solución o posible solución se me presentó mientras leía y veía un documental sobre radiación.

medidor energias entsVi como periodistas se adentraban en los edificios que todavía quedan en pie, desafiando al tiempo y a la propia salud, en la ciudad fantasma de Chernóbil con sus medidores de radiación en las manos e iban mostrando a cámara como la radiación impregnaba cada minúsculo rincón de lo que antes había sido una vivienda.

La radiación envolvía con su manto todo: lámparas, juguetes, muebles, enseres varios.

Fue entonces cuando me pregunté: ¿Puede ocurrir esto con las energías, con las ondas electromagnéticas?

¿Por qué no? Si antes hemos visto lo que las ondas electromagnéticas pueden influenciar en un ser humano positiva o negativamente, por qué ante una hecho fuerte, súbito, inesperado, no se puede quedar la energía, la onda rebotando, chocando una y otra vez entre ellas impregnando cada rincón de una estancia, de un objeto.

 ¿Puede que en esos campos de batalla, si la energía negativa ha sido brutal, tremenda, ese electromagnetismo negativo que ha quedado impregnado se vea reforzado por campos telúricos fuertes que actúen como un efecto imán que haga perdurar ese «eco» durante años, siglos, mientras dure ese campo telúrico?

Sin duda es una buena pregunta que pienso indagar más en profundidad para ver si todas esas batallas han sido producidas en un campo telúrico potente…

Hay una particularidad que no me gustaría dejar en el tintero y seguro que tú también lo has detectado.

En algunos de los testimonios que he leído sobre “ecos de batallas” los animales son los primeros en captar esa onda, y me vino una frase que me decía mi abuela, «Los animales huelen el miedo», lo que traducido a un lenguaje científico significa que los animales pueden percibir esa onda electromagnética negativa poniéndose alerta, mientras que se relajan cuando ven que tus intenciones son buenas, es decir, tu onda electromagnética es positiva.

Resumiendo, creo que esas ondas electromagnéticas se mantienen en un lugar u objeto determinado porque con anterioridad se ha producido un acontecimiento violento, fuerte, inesperado, que ha hecho unir esa energía por un largo periodo de tiempo.

 Tunel de luz 1 sepiaEs el último grito de nuestros ausentes, su última voz, su reclamo particular. De ahí que cuando eres sensible notas realmente sus sentimientos, su confusión, su dolor, su miedo, y el ser vivo puede absorber esa energía negativa afectándonos en mente y cuerpo, y nuestro cuerpo, siempre sabio, te da señales de alarma para que te alejes de ese objeto, de esa persona o de ese lugar si no eres capaz de controlarlo… Pero ese es otro tema.

Lo mismo ocurre con la energía positiva. Cuando vamos a descansar, a pasar unas buenas horas en un SPA, en algún balneario, sales relajado, tu cuerpo se revitaliza adquiriendo las propiedades positivas porque absorbes las ondas electromagnéticas, la energía positiva.

Verás, me gustaría para terminar con el artículo contarte una experiencia que me ocurrió hace algunos años, cuando todavía no estaba muy puesta en todo esto de las energías, cuando ni por asomo podía imaginar que yo tenía una capacidad de absorber energía, una «frecuencia de onda tan activa», pero dicen que la naturaleza es caprichosa y te enseña de la manera más inesperada.

 «Corría el año 2005, noviembre para más señas, cuando mis amigas y yo decidimos realizar un viaje a Londres, un relax de fin de semana.

No hace falta decirte que el viaje se emprendió feliz, alegres de escapar de la rutina del trabajo y de perdernos por las calles y los monumentos de Londres.

Creamos un plan turístico, rápido y bien diseñado para visitar lo más emblemático. Ese plan incluía recorrer trayectos alejados en metro o en el clásico bus rojo.

 El último día, el domingo a primera hora visitamos el Museo de Cera de Madame Tussauds y al terminar la visita nos internamos en el metro en busca de la línea que nos llevara hasta el barrio de Notting Hill.

Con la sonrisa en el rostro deambulábamos algo perdidas por los túneles iluminados del metro londinense cuando de forma abrupta pasamos de ver luz y anuncios publicitarios de vivos colores colgados en las paredes del metro a un azulejo blanco, frío, libre de cualquier ornamento, que bien se podía asemejar a una sala mortuoria de un hospital de los años setenta.

Sin saber por qué comencé a encontrarme nerviosa, cada vez más y más nerviosa a medida que nos internábamos en ese túnel de azulejo blanco. Un frío recorrió mi espina dorsal mientras una opresión sobre el pecho me impedía respirar con facilidad, pero no quise darle importancia.

Comencé a sentir pena, una pena lacerante, un dolor horrible que se clavaba en el corazón y unas ganas inmensas de llorar mientras una pregunta incontestada se repetía una y mil veces en mi cabeza ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros?

 Tuve que detenerme.

Mi rostro, pálido cómo la cera, no pudo ocultar por más tiempo lo mal que me encontraba, lo mal que lo estaba pasando, y mis amigas, alarmadas, se esforzaban por buscar, encontrar y proporcionarme un camino hacia la superficie en busca del aire que me faltaba.

Una de ellas también comenzó a encontrarse mal y a percibir frío y tristeza. Casi a la salida del túnel, buscando la superficie, buscando el aire que nos faltaba, nos cruzamos con una pareja de Españoles que iban comentando entre ellos mientras señalaban a los azulejos blancos: «fíjate como se nota que ha sido reconstruido a toda prisa después de los atentados de aquí, de Londres, de hace solo cuatro meses.»

 Rebecca van Winter

Septiembre 2014

 

rebeccavawinter

Rebecca Van Winter. Es el seudónimo de una española de mundo afincada en Alicante. Cursé estudios de grado medio en Administración y he estado vinculada al mundo empresarial durante más de quince años, pero la vida te da sorpresas y debo de admitir hoy tres años después, que es cierta tal afirmación. Mi sorpresa llegó de la mano de los sueños. Esos sueños, que todos tenemos y a los cuales pocas muy pocas veces hacemos caso. Yo nunca había escrito, al menos profesionalmente hablando. Leer sí, por supuesto, es mi pasión , mi relax, mi calma en mitad de la tormenta…pero de ahí a lanzarme al mundo de las letras, mediaba un abismo, pero mi historia en el recién estrenado año 2009 yo no la dirigía, otros osaron hacerlo por mí. ¿Quién os preguntareis?—Ahora viene encogerse de hombros…—¡No lo se! ¿O tal vez sí? Es aquí donde comienza una nueva vida para mí, el resurgir de las cenizas de una historia que también puede ser vuestra , porque lo que a mí me sucedió y dio origen a mi opera prima “LO INESPERADO-THE UNEXPECTED” también puede ocurrirte a ti. Un abrazo Rebecca

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