«Cuando me haces pasármelo tan bien, a veces pienso:
si me muriera ahora habría sido feliz hasta el final»
(Bertolt Brecht)
Deja que me quede…
tan sólo un rato.Antes de que el sol
ilumine la penumbra
que inunda mis muslos blancos,
tus brazos fuertes,
nuestra piel, que es una sola,
fundida en un abrazo inmenso.
Deja que sea eterno…
aunque tenga fecha de caducidad.
Absorbida por tu cuerpo,
me pregunto cómo he podido vivir sin él,
si es mi otra mitad…
Loca de pasión,
ahogada en tus gemidos,
disfruto alimentándome de ti.
Deja que me admire…
creyendo que nunca se extinguirá.
Que alegando un porqué vano
acaricie tus entrañas
y te arrebate tu aliento, tu esencia,
tu alma, que es la mía,
fragmentada en dos jadeos.
Deja que me engañe…
pensando que esto será infinito.
Que nos quedaremos aquí, juntos,
porque nunca debimos separarnos.
Y que no volveré a ser débil
porque tú me aguantas.
Y me aferro a tus huesos
fusionándome a tus labios.
Deja que me quede…
pero ya no está oscuro.
Y la luz se filtra
por esa ventana maldita.
Y de repente tú ya no eres el mismo.
Te separas de mi cuerpo,
sin ninguna sutileza.
Ya casi ni me rozas.
¿Por qué no me dejas?
Permíteme mostrarte
que separados cojeamos;
que carecemos de sentido.
Pero tú ya no eres el mismo,
y yo tampoco soy la misma.
Mientras te alejas me doy cuenta
de que no estoy completa.
El día apenas comienza
y ya me faltas tú.