Oye el latido del mundo que llega a tu puerta
a llamarte con acero y con fuego.
Cuando más lejos estás de las evidencias
más cerca estás de las máscaras.
De rodillas tengo el labio interrogando todo lo que queda de mí.
Yo era un hombre que lloraba cubierto sobre este cuerpo.
Hoy solo tengo sobre una piedra una mujer, una mujer, una mujer
que trae un candelabro ardiendo para mi cráneo.
Somos una amenaza absurda que nos une
cuando los pájaros cantan en sus nidos equivocados.
Solo nos queda esperar el breve llanto de la infancia
y observar en el tiempo el crecer de sus uñas
y no decir nada hasta que nuestros cuerpos hable de los colores
del alfabeto.
Dejemos que el árbol busque su propia sed
que los caballos no se espanten si la ciudad arde.
Aunque sigan diciendo
que solo canto a mi hambre.
es por que solo fui injertado sobre la rama muerta.
Hablo para mí para apartar el pelo de la frente de mi hijo
para que sean más azul que mis caminos.