Icono del sitio IV Certamen Poemas sin Rostro

109-La enfermedad expresada. Por Poeta reflexivo

Llegas a mi vida sin pedir permiso,
te enquistas en mi mente sin saber porqué,
mi voluntad se rinde cansada ante ti,
dominas mi cuerpo sin vacilar.

Contigo me siento solitario,
la congoja me abruma al llegar la noche,
me dejas sin ganar de hacer algo,
la tristeza me hace dormir.

Aprovecho tu presencia para leer,
en el lecho postrado pienso en mi,
desvarío con la fiebre que calienta mi ser,
mis ojos se inundan con el llanto.

Contigo descubro a mis amigos,
me haces ver la realidad de la vida,
me ayudas a pensar en el pasado,
corregir los errores cometidos.

Salud desvaída, cuerpo escarnecido.
Me arrojas en el abismo de la soledad,
donde sólo yo puedo saber lo que siento,
percibo la magnitud de mi caída.

Me haces chocar contra mi finitud,
me recuerdas el período de mi existencia,
mi ser apetece una pizca de eternidad,
sabiendo que soy un poco de carne desdeñada.

Comprendo mi condición mortal,
valoro la vida como un don inapreciable.
No es la enfermedad la que me mata,
es la desdicha de no sentirme acompañado.

Siento mis músculos trastabillados,
camino sin destino alguno,
la luz de la vida se apaga lentamente,
me aferro al fuego que arde dentro de mí.

La oportunidad de seguir viviendo se disipa,
un dolor se adueña de mi garganta,
ya no puedo cantarle a la vida,
me resigno a contar el tiempo vivido.

Finjo una sonrisa para sentirme sano,
busco un consuelo que me mantenga vivo,
un grito silencioso desespera en mi alma,
la impotencia de no estar bien, me abate.

Sin fuerzas para respirar,
caigo rendido a los brazos de Morfeo,
que la muerte me sorprenda durmiendo,
no despertar jamás de aquel sueño entumecido.

Cuando el calor de la vida decida abandonarme,
pensaré en el amor que emanó de mi alma,
el talante que puso mi ser cuando fue necesario,
la fortaleza que fluyó por mis venas siempre.

Me podrán quitar los brazos y los pies,
los órganos más vitales de mi cuerpo,
pero jamás podrán,
arrancarme lo que la vida me enseñó.

Aprendí a luchar contra la muerte,
no escabullirme detrás de un quirófano,
no sucumbir en el juego de la existencia,
pensando que vivo para servir,
seré rescatado del valle de la duda.

Saldré libre de las cadenas de la angustia,
inyectaré la vida en unas venas desahuciadas,
desafiaré la muerte, viviré para contarlo.

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