No hay noche lo suficientemente larga para pensar en ti.
No la hay ni la habrá, seguramente porque me duelen los ojos de mirarte.
He empezado una historia que nadie entenderá,
la empecé como una sonrisa que surge ante lo emocionante,
luego deje que los primeros latidos de este corazón corrieran rápido sin freno porque me gustaba sentirme así.
Empecé a pasar las horas, a dejar correr al tiempo, poniendo todos mis sentidos
en tu espera,
espera con carne de gallina y mejillas ardiendo,
espera que era una vida aparte, hecha a la justa medida del momento.
Ahora que ya no puedo ni quiero librarme de ti no hay noche lo suficientemente larga.
A veces pienso que la realidad es ésta, tu espera, tu dos horas de diálogo y miradas,
a veces pienso que puedo cambiar mi vida para que sea la tuya, así junto a ti.
Qué ingenua soy,
luego despierto al mirarme al espejo y verme perdida por los años que creo
no me corresponden,
no son míos.
He empezado una historia que nadie entenderá
llena de pequeñas mentiras que antes fueron sueños y deseos,
esta historia tiene mas de mi que mi propia existencia
porque siempre he sido yo la que ha hablado desde el alma.
Ahora no quiero decirle adiós porque necesito vivir aquí,
en su espera.
Me dicen sus ojos que ven lo mismo que yo veo
a través del verde de su pupila me clavan su mirada,
y yo la sostengo y me gritan ¡qué me haces!
y parpadeo y me quedo dentro de ellos.
Me dicen sus palabras que me entienden
que son las mismas, sólo que salen de otro aliento.
Y yo tiemblo y solo pido que el tiempo se detenga y nos deje seguir mirándonos
en este silencio comprometido con nuestros pensamientos dolientes,
de esos que te queman las entrañas
y suben la temperatura de los cuerpos donde duermen.
No hay noche lo suficientemente larga para pensar en ti.