Destrozando
A cada paso
La esperanza del quizás,
La certeza obtusa de un instante
De esos que tú y yo acabamos siempre
Claro,
Fabricando,
Con sabor a sexo y alcohol,
Con recuerdos,
Tan remotos que,
Forzosamente,
Debieron de ser ayer mismo,
De acciones sucias,
Vanas,
Irreales,
Que saben de ver la miel,
Escucha,
Deslizarse por los contornos prohibidos de tu cuerpo,
Para mezclarse luego,
Claro,
En mi vientre lleno siempre de tristezas,
Y una sensación viscosa,
Una densidad primigenia,
Un gemido esbozado con solo dos voces,
En comunión perpetua con las del resto del mundo,
Que no son sino
Acolitos de un deseo que entiendo saciado,
Que ansio eterno,
Que palpo moribundo
Más allá del jadeo de dos almas,
Que hacen una sola persona,
Más allá del rumor sordo,
¿Lo escuchas?,
De las olas embistiendo a las rocas plumbeas,
Arrastrando tras de si
Algas saladas y amorfas
Que se quedan pegadas,
Para siempre,
En el hueco diminuto
Que dejan nuestros cuerpos al separarnos.