Icono del sitio IV Certamen Poemas sin Rostro

67- «El parque». Por Sisebi

Un murmullo de adioses 
había precedido a tu largo adiós.
Aquellos -saben robles y castaños-
volverán un día
entre sus ramas a sonar
cuando la repetición de colores
dejen paso a la diferencia.

El banco de madera, antes caliente
de caricias y abrazos,
permanece en el centro, aislado;
espera que una pareja se pose
en sus ramas resecas,
se cante al oído, bese y quiera.

Las sombras bajan del frío
de los abedules;  leves emergen
de la blancura del silencio blanco,
sin vida ni secretos que escoltar,
como mi sombra errante
no escolta ya tu cuerpo
de perfumes perdidos.

Ya no se ve pasar a los abuelos
con la barra de pan en una mano
mascando un cacho
y echando migas a las aves.

Las tiras de sombra del banco
sucumben bajo el frío sosiego;
todo ha cambiado de color;
luz y mancha; todo era tú.

Al caer la tarde,  dormía
el sol, joven, tierno, en tu seno tibio,
y  se despertaba  en la luna
de luz cedida; no daba cuidado;
las sombras, permanentes aliadas,
arropaban tu desnudez
cuando la abrías a las estrellas
bajo las ramas verdes de los deseos.

El parque, de una belleza fría,
parece un negativo.
No siento el sonido de tu silencio
entre tanto silencio blanco,
sobre la yerba, cegada de luz,
donde a la anochecida
entrarán manos que acarician,
como aquellas tardes las tuyas
lamían el fervor de mi cuerpo
sobre tu cuerpo vivo, ahora, recuerdo.

 

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