21- La hora de los verdugos. Por X
Habremos de sentaros en nuestra mesa y pedir perdón por oprimiros no en vano fueron nuestros cuerpos temblorosos los que forzaron a quemar vuestras balas justicieras.
Poemas a concurso
Habremos de sentaros en nuestra mesa y pedir perdón por oprimiros no en vano fueron nuestros cuerpos temblorosos los que forzaron a quemar vuestras balas justicieras.
Sueñe el alma en las almenas de la Estepa Castellana que guerreros de corceles briosos y ardor bravío la tierra reconquistan.
Desde que te encontré, tengo el empeño de rendirme a tu afán intransigente, pues tu pantalla es dueña de mi mente y tus heridas me hacen más pequeño.
Memoria teñida por el azul negruzco de la noche maldita Memoria rota en el corazón y en la sombra, Puñal enrojecido de ansiada gota.
La luz que declina es la luz con que me hieres
No hay noche lo suficientemente larga para pensar en ti. No la hay ni la habrá, seguramente porque me duelen los ojos de mirarte.
Ave María, siempre en tus ojos La huella imborrable de un dolor inmenso Ave María, tus ojos hermosos color de miel nueva O del trigo maduro de la Palestina.
. . De pronto ves que al niño, sobre el labio y bajo la mejilla, las sombras del adulto lo hacen serio;
Sopla viento Sopla más Atiza Fustiga Incita
Recibió el don de poder huir de los problemas, Su mundo se estaba acabando, La putrefacción se extendía a su corazón. El mundo carecía de nitidez