El sendero. Por Francisco Gragera
Mi padre, que se marchó por la puerta trasera sin decirme adiós, era un ferroviario que una maldita enfermedad le dejó tirado en un Hospital de Madrid, con el silencio de los muertos. Siempre lo busqué y siempre me contestaban que estaba en el cielo. ¡Qué crueldad!. Mi madre, porcelana fina envuelta en el manto de sus rezos, quería que su hijo fuera Cura para poder ser la ama de llaves, tan en los pueblos, allá por los años del franquismo de los setenta. También ella, sin conseguirlo, se fue deprisa cual ráfaga de viento abre una ventana. Solamente conoció… Leer más