Contigo aprendí. Por Yolanda Sáenz de Tejada
A veces construyes un poema que sirve para cerrar la puerta. Pero fuerte, muy fuerte. Quizás luego (si es a un amor o a una amiga) la vuelvas a abrir pero seguro que en el umbral (y en ti) hay otra persona… Nunca me gustó el vino rosado. Lo mío no son las medias tintas. Contigo aprendí que el agua para el té no tiene que hervir y que invadir el cerebro ajeno –el espacio, el amario y el baño– es objeto de dolor. También, que una hora frente a una botella de vino y de tu voz,… Leer más