3. EL EMBRUJO DE SICILIA: MONDELLO. Por Francisco Arsis

Mondello

Partimos con nuestras bicicletas cruzando de cabo a rabo la “Vía Bologni” hasta llegar al “Passo di Rigano”, haciendo un alto en el camino antes de dirigirnos al característico pueblo marinero de Mondello, famoso por su extensa y acogedora playa, además de habitual zona de descanso de los palermitanos más pudientes.
Bertrand y Sophie, mis apreciados compañeros de viaje, tuvieron que esperar en aquella pequeña villa del Passo un buen rato, tras haberme dejado rezagado al no ser capaz de pedalear con la misma intensidad y fluidez que ellos. Ambos se rieron al contemplar mi asfixiado rostro, sacando incluso el propio Bertrand una cuerda con la que unir las dos bicicletas, y así poder remolcarme hasta Mondello. Lo peor era que parecía estar hablándome en serio. Poco después reanudábamos aquel sugerente viaje, atravesando el pueblo de Mortillaro y algunas villas más antes de alcanzar nuestro destino final.
Al llegar sólo pensábamos en comer, haciéndolo en uno de los múltiples y atractivos restaurantes que miraban al mar, situados a lo largo y ancho de aquella playa de blanca arena, con alrededor de dos kilómetros de envergadura. Un servidor no conocía el vino siciliano, así que Sophie se apresuró a recomendar para la comida un magnífico “Nero d’Avola Terre di Ginestra 651”, un tinto que desde luego hacía honor a su pomposo nombre. Miedo me daba coger después la bicicleta con aquellos grados que tamaño caldo iba a dejar patentes en mi cuerpo.
Menos mal que, una vez degustados los platos elegidos, entre ellos unos estupendos rollitos de pez San Pedro con salsa a la menta, hojaldres de garbanzos, los clásicos calzoni, y de postre un enorme soufflé helado de melocotón, no tuvimos que echar mano de la bicicleta, porque a buen seguro que habría caído redondo al suelo, producto de una pésima digestión. En cambio, fuimos a dar un largo paseo por la playa, admirando aquel cálido mar del que sus paisanos dicen “ha visto de todo y no se escandaliza por nada”, en clara referencia a tantas y tantas civilizaciones como han surcado el mar Tirreno.
Llegado el atardecer, nos dio la oportunidad de contemplar más de cerca este curioso pueblo siciliano, a cubierto entre los montes Pellegrino y Gallo. Innumerables torres de forma cilíndrica, cuya construcción se remontaba al siglo XV, daban a esta villa un aspecto realmente exótico, y que me recordaba algunas imágenes de películas en las que los piratas cruzaban por callejuelas parecidas, en busca de una rica taberna con que alimentar el gaznate.
Sin embargo, Mondello no sólo es célebre por su vistosa “piazza”, su playa de aguas cristalinas o sus cilíndricas torres. También lo es por sus casas estilo “Liberty”, creadas a principios del siglo XX como reacción a los anteriores estilos eclécticos, que acaban por darle una inusitada elegancia, aunque a muchos les parezca carente de personalidad o falto de inspiración poética.
Al dejar atrás el aroma a “Dolce Vita” de la pequeña ciudad, antes de la inevitable puesta de sol camino de nuestro refugio palermitano en el Grand Hotel Villa Igiea, Bertrand, Sophie y un servidor, a lomos de las bicicletas, no dejábamos de recordar el buen sabor de boca que el día nos había regalado, gracias al mágico embrujo siciliano…


© Francisco Arsis

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Un comentario

  1. Que tal? soy de Buenos Aires, Argentina y tengo 16 a

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