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Ya comienza el albor de un nuevo día
y en el campo mil flores primorosas,
resplandecen, cual bellas mariposas,
despertando el amor y la alegría.
Un inmenso cristal de celosía,
bajo un cielo de auroras silenciosas,
van dejando figuras caprichosas,
entre sueños de amor y fantasía.
Por el campo y allá en la serranía,
tierra y cielo, se unen de preciosas
luciérnagas en flor, ¡quién lo diría!
Sin ser claveles, tan siquiera rosas,
enseñan humildad, no lejanía,
y son de austeridad, las más hermosas.
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Juan A Galisteo Luque
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