La roca pintada de no seguir tus pasos. Por Miguel_Giner

La bola roja camina
por la fantasmal niebla
de un bostezo.

Su ira es bella
cuando, a veces, la necesito.

Pero el ojo pulposo,
al modo de los viejos látigos,
entra en mi desdén.

Es un rayo de sangre
que calcina los bosques frondosos
de una voluntad enferma.

Bola encendida que pinta
las rocas que moja, morbosa,
la delirante dejadez.

Golpe de fuego que incendia
las hojas del placer
de no ser huella de tus pasos.

Pavor bermejo de caballos heridos,
alarido de batalla a la derrota
de las ya cercenadas células.

De esas damas que descartas
el alimento. Pues son sólo sombras
– y maneras –
que siempre escaparán a tu luz.

 

Miguel_Giner
(Del poemario «Tiempo muerto»)

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