Bajo la ventana está María, sentada en su mecedora, como siempre, sin mediar palabra y mirando un punto perdido en su infinito. En el sofá, José, acaricia un gato inexistente, lo mira sonriente y le susurra al oído una dulce canción de cuna. Caminando por el pasillo está Eva, yendo de un lado a otro, abriendo y cerrando las puertas de nuevo, buscando algo que nunca encuentra. En la pared, hace meses que hay un cuadro torcido que Luis insiste en intentar enderezar sin éxito.
De pronto se escucha una sirena y todos se miran. Eva, cierra la última puerta con suavidad; María, deja de mover la mecedora y se incorpora lentamente; Javier desiste en su particular lucha contra el cuadro; y José, deja cariñosamente su imaginario amigo en el sofá, le da un beso y una última sonrisa…
Entra el hombre de bata blanca y pregunta:
– ¿Todo bien?
Todos asienten con la cabeza, pero sin mediar palabra. El hombre continúa:
– No os preocupéis chicos, todo irá bien.
María entonces lo mira y responde con una dulce voz…
– Quién es loco, cuerdo está y el cuerdo, es loco… Miedo me da ser loca en el mundo exterior, pues prefiero estar cuerda entre los muros de este manicomio.
José, Eva y Javier miran al hombre y le sonríen, cogen sus maletas y antes de cerrar la puerta, María, continúa:
– Y si algún día el cuerdo fuera loco… Cúidale, amigo mío, como nos cuidaste a nosotros durante este tiempo.
Y si consigo estar cuerda en este mundo de locos, siempre recordaré que te lo debo a ti…
María cierra la puerta con prudencia y desaparecen los cuatro por el camino.
Akesha
Algo especial me ha removido este cuanto Alesha.:)
Pero tendr
Porqu
Tendremos que hacer algo al respecto
Bueno Magda, me has sorprendido con este bote pronto de elocubridad.
Ciertamente y como paradoja, aciertas en la f
Gracias mi buen amigo Lorenzo por tus comentarios.
Tambi