Siempre quería ser “la más pequeña” y su palabra favorita era “mama”.
Le partieron el corazón titubeando sus primeros pasos y se quedó tan famélico de afecto tantos y tantos años que aceptó como irremediable la andadura en solitario por el camino inhóspito de la decepción y el desamparo. Cumplió las mormas y nunca supo pedir aunque siempre esperaba incrédula y desesperanzada.
Hacia tiempo que dejó a un lado las palabras porque no quería formar parte de esta brutal mentira que es el juego de la vida y se refugiaba en esa altivez distante e intima, digna y protectora, que hacia difícil apreciar su verdadero sentir, tan refulgente, infantil, intenso y dulce como el brillo de su mirada. Solo esos profundos ojos mostraban rabia, picardía, enfado, pena, perdón y amores sin disimulo. Ellos eran el único camino posible para entender el alarido intenso de su tristeza o el regocijo afable de su alegría, pero… ¿Quién escucha una mirada?…
Descansa en paz pequeña mía.
Brujapiruja
Se nos van, pero se quedan. Nunca parten del todo porque seguiremos oliendo sus sonrisas, viendo sus caricias, escuchando sus miradas. Y ellas tambi
De todo lo que fue nada se pierde:
del seno de lo eterno que se oculta
viene a la viva luz de lo visible,
y regresa a lo eterno de su origen.
Lo que existi
Te comprendo perfectamente. Cuando muri
Gracias Felix, siempre tan atento. 🙂
Que bonitas palabras