La señora Fe. Por Inés Borrego

Toda su vida la había pasado aceptando lo que le venía y pensando que era afortunada. Era una anciana pequeñita, con pelo cano y cuando hablaba se le veían esos dos dientes que aun conservaba.

En el barrio el llamaban la Señora Fe. No sabía porque lo de Señora, pero le gustaba, le hacía sentirse a gusto en aquel lugar del que apenas salía. Hacía las compras en el mismo comercio, pagaba lo que le pedían y nunca protesto por nada.

Pero la Señora Fe se hacía mayor y aunque ella siempre se veía igual, le llevaron a una residencia.

Llegó con una pequeña maleta y con una sonrisa en la boca. Saludaba a todo el mudo dándole las gracias. Ella pensó que esa era su familia. Le había costado mucho encontrarla, pero allí estaban todos, esperándola.

Sabía que algún día tendría una familia, pero siempre estaba tan ocupada que no tenía tiempo para buscarla, pero ahora disfrutaría de ella.

Le pusieron una habitacíon compartida. La Señora Fe se puso muy contenta: por fin tendría una hermana para contarle las cosas intimas.

La vida le había cuidado muy bien y para el final le tenía guardado un regalo maravilloso: una familia.

Inés Borrego

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2 comentarios

  1. El relato rezuma ternura.
    Felicidad a todos.

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