Asientos silenciosos y mudos que lloran la ausencia de quienes los ocupaban; troquelados en el horizonte de la línea de una vida ya marchita; amordazados a perpetuidad por la soberbia del ser humano, que se declinó por la soledad que provocan las batallas de la estupidez antes que por la conversación de los sentimientos.
Ellos seguirán ahí; anhelando al solitario que los ocupaba para contemplar los paisajes, antes en color y ahora en blanco y negro; deseando que llegue la hora en que los jubilados los ocupaban para narrarse los unos a los otros sus múltiples anécdotas; haciendo compañía a quienes lloraron, sentados en ellos, a un amor perdido…
Ahora callan, y mudos, recobran una vida física para acercarse y hacer multitud. Y entre ellos, comparten sus silencios y sus nostalgias… hasta que la madera de uno de ellos se resquebraja por el sonido de unas bombas ya cercanas, y que, inevitablemente, acabará también hasta con sus propios silencios.
Es el mundo que quedará para los que vengan y sobrevivan.
Este es el mundo que nos merecemos.
dedicado a las victimas de todas las guerras
© Isidro R. Ayestarán, 2007
www.isidrorayestaran.blogspot.com – NOCTURNOS