Colorín-colorado. Por Mercedes Martín Alfaya

El lunes estuve todo el día con la abuela. A mamá se le rompió el coche y no me pudo llevar a la ´guarde´, que está muy lejos. Menos mal que la abuela descansa los lunes porque, a veces, mamá no sabe qué hacer conmigo cuando llegan estos imprevistos. Ella trabaja todo el día y papá también. Con la abuela me divierto mucho. Estuvimos en la Biblioteca, en la sala de niños (como acabo de cumplir dos años…). No había nadie (claro, a todas las mamás no se les rompe el coche el mismo día). Allí encontré cajones con libros de tela y otros con forma de animales. Incluso descubrí un tren con páginas que hacían: ¡chú, chú! Luego me fui al mueble de los libros sin música, ni orejas, ni ojos. La abuela se sentó en una silla bajita y yo le llevaba los cuentos, le pasaba las hojas y le señalaba los dibujos con el dedo para que ella dijera los nombres: “El Rey León”… “Su papá”… “El malo”… “Aladdín”… “El mono”… “La princesa”…
Pero el que más me gustó fue un cuento con muchos dibujos: “La Bella Durmiente”. La abuela me lo contó mientras yo pasaba las páginas:
“La princesa nació.
La acostaron en su cuna.
Llegó la bruja gritando: ¡¿Por qué no me han invitado a la fiesta? ¿Por qué no me han invitado a la fiesta?!
La princesa se hizo grande.
Y, un día, se durmió.
¡Despierta! ¡Despierta!
Y el hombre del pueblo decía: Que venga alguien a despertar a la princesa.
Apareció el príncipe en su caballo: ¿Por dónde se va al castillo? ¿Por dónde se va al castillo?
Por allí, por allí.
Tacatá-tacatá-tacatá…
Y la princesa se despertó: ¿Quieres ser mi amiga? ¿Quieres ser mi amiga?
Sí, sí, sí.
Y, el caballo decía: Yo también, yo también.
Y, colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
¡Fin!»
Me reía cuando la abuela señalaba la bruja y decía muy rápido:” ¿Por qué no me han invitado a la fiesta? ¿Por qué no me han invitado a la fiesta?” Y le hice que me lo contara otra vez… Y, otra… Y, otra… Hasta que me lo aprendí de memoria.
¿Os lo cuento?:
“La sesa nació. La costó en su cuna con su chupete. Y la buja dijo: ¿po qué no manvitado a la festa? ¿Po qué no manvitado a la festa? Y la sesa se dumió. ¡Depiesta! ¡Depiesta! Y el píncipe venió con su caallo: tacatag, tacatag, tacatag. Y la ella umiente, abró los ojos. ¿queres ser mi amiga? ¿queres ser mi amiga? Sí, sí y el caallo dijo, yo tambén, yo tambén. Y, cooín, cooado, el cuento, cabado. ¡Fiiiiiiiiiiiiiiiin!”

texto y foto: Mercedes Martín Alfaya
(www.tallerliterario.net)

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