Al fin había llegado, la tenía esperando horas. Qué se creía el desgraciado, sin avisarle y más encima jactándose de sus aventuritas. No se atrevía ni a reclamarle, si lo hacía, el combo en la espalda o en el estómago, era inevitable. Ahí, de maricón, donde no se notara, donde nadie lo viera. Una vez le pegó en la cara y la tuvo que dejar encerrada toda la semana, los niños donde la madre.
Se levantó la pobre torpe a buscar la cartera y él le pregunta dónde va. «A la casa de la Ceci, contigo, pues…»
Que él no va donde esa guatona de mierda, que es una conventillera, que le mete cosas en la cabeza (como que ella no pudiera pensar por sí misma), que quiere acostarse, que está muy cansado, que él trabaja, no está todo el día hueviando en la casa…
Entonces, la pobre torpe, se resigna y devuelve la cartera al closet, se saca los zapatos y se mira al espejo. Que no se le note la pena, la rabia, la impotencia, la intención.. .
«No importa, mi amor, cuando tengas ganas vamos. No hay apuro.»
Le sirve la comida y le ofrece un «bajativo», segura que él aceptará, así es más seguro, más rápido… pero no hay apuro…
Mañana será otro día.
Amanece con el sol brillando, los pajaritos cantan, el invierno se convirtió en primavera. Se mira al espejo, que no se note… tanta felicidad…
«Niños, el papá tuvo un problema y va a tener que viajar muy lejos, pero dijo que los quería mucho y que no se olviden de él.»
Junto con la basura, se va el frasquito, el vidrio molido y ningún resquicio.
Marita
www.cuentosalsol.blogspot.com
www.escritores.cl/diarios/index.php/marita
Estoy leyendo tus aportaciones al blog Marita y me llama la atenci
Nuevamente, gracias, Mortimer Blue, por tus comentarios. Mi manera de escribir trata de ser simple y entendible, para quienes quieran entender, claro…
Saludos