Es una partida de fulleros, es un ambiente viciado como de final de una noche crapulenta, es ver quien aguanta con pareja de doses, y ver quien es el primero en salir de la mesa.
Dicen los tahúres profesionales que en toda mesa hay al menos un primo, y que si no te has percatado rápido de quien es el primo, los demás sí que te han tomado la matrícula.
Es un juego de suma cero en el que todo el lucro indecencte de uno equivale al robo y el suplicio de otro, es un sistema de vasos comunicantes por el que fluye tu sangre y la mía y la de tus hijos y mis hijos y los hijos de tus hijos y de mis hijos.
Es el puto fin de los tiempos y tú y yo tenemos dos tribunas reservadas.
De momento, el juego del verano es ver quien quiebra antes: ¿los pigs, la Europa blanca, Estados Unidos, los bancos privados?
Y todos como el hidalgo castellano echándose migas de pan en la pechera para ocultar su ruina. Porque, sabes una cosa, el sistema del dinero-deuda ha llegado al final de su camino, la expansión infinita de las imprentas de billetes ya no aguanta, no se la cree ni el más tonto de la clase, la deuda es impagable y ya lo sabemos todos los que queremos saberlo.
Recuerda cómo aprendimos en el colegio, en los bizarros 70, que la deuda galopante era cosa de países africanos con sus niños comidos de moscas. Y ahora mira el mapa de la deuda en 2011. ¡Cómo ha cambiado el cuento, Caperucita!
Lo de arriba abajo, otro claro signo del fin.
Aquí la deuda mundial de un vistazo, y su crecimiento segundo a segundo. Entra en este oráculo y mira cuánto debe cada cual y juega a apostar quién va a ser el primero en salir desplumado.
http://www.economist.com/content/global_debt_clock
(Fuente: The Economist)
Miguel Pérez de Lema
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