La última estación (2). Por Francisco Gragera


Son las 6,30 de la mañana de un primero de Agosto de algún año no deseado.

Ana salió de casa acompañada de una amiga enfermera hacia el Hospital. Le llaman para una analítica completa. Al parecer una puñetera proteína,la muy bruja,anda despendolada por su cuerpo en busca de una habitación en donde instalarse,y sin pedir permiso.

Yo estoy con un síndrome del desplome más riguroso,ya que no soporto bien los problemas de mi familia y me desangro en pensamientos tortuosos llenos de recovecos,que me martirizan sin piedad.

No entiendo que en tan poco espacio de tiempo y desde la vitalidad que siempre aporta a mi vida mis dudas se desgajen en lágrimas furtivas y pensamientos inquietantes.

Todo se convierte en mediato.El tunel alarga su recorrido y tapa las salidas,convertiéndome en una baraja de naipes que se derrumba en el soplo de una vida.

Ya no la veo cabalgando en los amaneceres sobre un caballo blanco,trotando por la orilla de la playa con la cabeza erguida y desnuda ante mi encuentro;ya sus cabellos rubios no se hunden en mis pies en un ritual de espuma y algas.

Desde dentro y dormido en el rebufo del inmenso mar huelo su perfume de cuerpo humano envuelto en el aroma de la salitre que limpia mis heridas y arranca mis más profundos sentimientos.

Estos encuentros marinos soñados me hacen sentirme vulnerable,al no poder expresarle que la quiero tanto que mi vida es como una rama tierna en un árbol frágil sosteniendo el retorno de lo posible.

Lo que estoy diciendo no sé si es más historia inventada que cruda realidad,pero necesito con todo mi alma llegar contigo a LA ULTIMA ESTACION,subiéndonos en el último tren que nos lleve al bosque infinito para que mis labios eternamente sellen los tuyos y tu cintura sea sujetada por el abrazo inmenso de mis brazos.Siempre me amarraré a tu futuro.

??

Francisco Gragera

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.