Su sonrisa. Por Black Rose

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La luz de luna recorría cada arruga de su rostro, las marcas de la experiencia, de una vida sufrida y disfrutada. Sus ojos se posaban por última vez en su sonrisa antes de encontrarla de nuevo en sueños. Pronto todo se volvió oscuro para dar paso a un fulgor tan fuerte que amenazaba con despertar… Sintió un peso en sus brazos ya cansados, una calidez en su pecho que le transportaba a antaño, un suave perfume que embargaba el ambiente cargado de un lugar cerrado, un tacto que temía haber olvidado. Finalmente, allí la vio, dormida en un abrazo eterno, como solía suceder cada noche desde que la amó. Sus latidos acompasaban los suyos, su respirar marcaba el ritmo de una melodía hermosa que parecía no tener final. Sin poder creer tener aquel ángel entre sus manos besó su frente, ya surcada de bellas huellas del tiempo, a lo que respondió con un sentido suspiro.
Sus ojos se abrieron lentamente, encontrándose con los suyos inquietos. Siempre permanecía despierto para verla soñar, incluso escuchándola hablar en voz baja en sus sueños más profundos, tratando de adivinar su mente traviesa. Su abrazo era fuerte, parecía incluso temeroso de que se fuera a marchar. Una mirada detuvo el tiempo, dando fuerzas a un sentimiento agazapado en los valles del recuerdo. En ella se encontraba la vida resumida, la chispa que le había devuelto la felicidad desde hacía tanto tiempo, los buenos y malos momentos que habían pasado, pero sobre todo una alegría inmensa contenida a duras penas en un destello de sus ojos. Una sonrisa rompió el hechizo de aquella visión para centrarse ahora en la frescura que surgía de repente de su boca. El cuadro estaba completo, nada podía ser más perfecto. Sin pensarlo, acerco su rostro al de ella, con un temor en su corazón del que no se sentía dueño. Nada podía negarle un beso, por mucho que su interior insistiera en que permaneciera quieto observando…
El roce de sus labios desencadenó el desastre tan temido por su pecho. Todo se volvía oscuro, el frío se apoderaba del calor de su cuerpo. La canción entonada por su respiración se había vuelto muda, los latidos ya no acompañaban la velada. Un remolino de dolor embargó al corazón, que buscaba desesperadamente el lugar que le correspondía junto a su amada. Sus manos se agitaban con agonía, tratando de aferrar su imagen que ahora se disipaba lentamente lejos de su lado… Por último, la luz. Un nuevo día comenzaba, y como cada mañana desde que le faltaba, tras su correspondiente sueño, miraba a su lado impaciente por encontrarla. Encima de la mesilla, su sonrisa.


Black Rose

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