He visto a una mujer, sola lloraba
temblando al viento como tenue rosa
que algo mojada y algo vanidosa
con su lágrima añil se perfumaba.
Y lágrima tras lágrima asomaba,
y hasta pensé: “¡por Dios es tan hermosa…
no dejes de llorar mujer preciosa!”,
pero el pensar así me acongojaba.
¿Será tanta belleza dolorosa
o no estará con ella el que esperaba?
¿Será que toda dama es caprichosa?
Qué cruel de mí que no la consolaba,
que no puedo pensar en otra cosa:
¡qué bella esa mujer cuando lloraba!
Muy bueno el poema, nosotros estuvimos en contacto el a