
Con un idioma propio de textura y elementos,
con una forma capital de indicios y haceres:
dame la libertad que emana de tus ojos,
dame el encuentro primordial que brota de tu risa.
Creo que cabes en el beso
y en el respiro interior de los alientos.
En tus colores se hilan azares
y se exhiben como un cuerpo
los tonos que agradan.
¡Ah, llénate de amor y de mis alas!
¡Álzate etérea como nunca!
¡Empéñate en la noche como estrella!
En lo más profundo de mi alma
un oasis brota en la palabra.
¡Ah, súbete de luz donde se escapan
las tintas y pinceles de tu rostro!
¡Llévate el sonido de mi alma
al crisol de un pecho que ventea
el nombre y soplo que te crea!
Adoro el amor cuando es tu rostro
y el canto que lo encumbra y atesora.
¡Ah, píntame el idioma de mi alma,
la imagen que tu rostro le reflecta!
¡Bosquéjame el alma con tu alma,
mil colores brotan si le hablas!
Adoro el recelo y la esmeralda
que decoran la puerta entreabierta
de unos ojos matutinos,
de unos ojos que se lanzan
al perfil de mi coraza.
¡Ah, bésame el amor que hay en mi alma,
que adoro la forma en que le hablas!
¡Bésame el alma ya sin alma;
la mía: loca, enamorada!
Adoro el beso de tu boca
y el sabor callado en la palabra.
¡Mil rosas nacen de mi alma!
¡Mil besos se agitan al calmarla!
¡Mil besos los ojos cuando palpan!
¡Ah… Bésame el alma con la brisa de tu alma!
¡Bésame que llevo sangre enamorada!
¡Bésame en tu boca, la boca de mi alma!
¡Bésame el molde de un hombre en barro hecho,
que adoro el beso, el beso, nacido de tu alma!
Salvador Pliego
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