Yo estoy bien;
algunos kilos de más.
Tú sigues sonriendo tanto,
qué guapa estás…
Después de veinte años,
querida amiga,
no es fácil resistir.
No te quise contar
que me siento feliz,
que la sonrisa
eterna
me hace, muchos
días rotos,
revivir.
Que tuve dos hijas
que crecen conmigo
pero no para mí.
Y que sigo soñando
cada día
para no dejarme
ni un solo instante
de sentir.
Me dices
que tus hijos
(tres)
no te dejan vivir
y que ya no ves
ni la telenovela.
Que has dejado
tu trabajo de diseñadora
porque entre los
niños y la limpieza
de la casa nueva
(espectacular,
por cierto)
no tienes tiempo
ni de hacer el amor…
Sólo es un tiempo,
Yolanda,
hasta que mis hijos
crezcan.
Tu marido
sigue perfecto y
tan atractivo
como antes.
Me dice,
al oído,
que lee mucho,
y que juega dos tardes
a la semana
al paddel.
Se cuida,
lo cuidas.
Se quiere,
lo quieres.
Todos menos tú
crecen.
Lo sabes,
se nota…
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Es posible que nunca aprendiera a quererse, qui