Aquel verso rebelde que no llegué a escribir
y que quedó perdido como una nebulosa
hoy vuelve a mi memoria, vuelve a hacerme sentir
el peso del silencio frío como una losa.
Aquel verso rebelde no salió de mi pluma,
permaneció enquistado durante meses y años
y hoy me llena la boca de sed, sangre y espuma
y amenaza llevarse la voz de mis rebaños.
Lucha, se convulsiona, cae sobre mi conciencia,
me recuerda los días de ansiedad y vacío,
cuando el dolor y el polvo eran, con diferencia,
el único caudal que vertía a mi río.
Aquel verso, aquel verso viene a darme tormento,
vuelve a martirizarme, a reclamar su cuota,
siento su extraña risa, su pestilente aliento
y, como arena hirviente, en mis manos explota.
© Juan Ballester
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