Vidrio agriado por la lluvia,
templado por el llanto de unos besos,
cristal encaprichado de las vetustas telarañas
que tejen el entramado sobre el que ejerces de equilibrista.
Largo camino sucio de esquirlas
llenas como gotas de mentiras.
Te golpean.
Son tus huellas.
Es tu vida.
Un roto más en el viaje
que zurces con el hilo rebosante de otros rotos
que antes cultivaste,
en otras odiseas,
en otros disparates.
Calendario de colores,
días negros o repletos de flores,
las cuatro estaciones
recorriendo un cuerpo
ora frío, ora viento,
ora calor del sentimiento.
Es el peso de una vida.
Fátima Ricón Silva