Personas que nos devuelven la fe en el género humano, 2 Por Marisol Oviaño
A pesar de que había estado más de media hora esperando en el andén, había perdido mi tren. Éste había llegado con un considerable retraso, los carteles informativos estaban apagados, y la gente se arremolinó tanto alrededor de los vagones, que sólo pude leer la pantalla del último: Algeciras-Puertollano. Sólo cuando el andén se quedó vacío, vi que en otros vagones ponía: Algeciras-Puertollano-Madrid. Demasiado tarde: mi tren salía sin mí. Y allí estaba yo, en la oficina de la estación de Córdoba suplicando a David que me ayudara. – Uf, viernes. Difícil: va todo lleno –dijo con cara de circunstancias-…. Leer más