Cinta trasportadora de Ángel Pestime. Por Esteban Gutiérrez Gómez


Ángel Petisme
Premio Internacional de poesía “Claudio Rodríguez”, Hiperión 2009

No sé ustedes, pero yo no creo en las casualidades. Y menos en lo que respecta al mundo del fatum. Así que, no es casual que andase yo disfrutando de la relectura de Las ciudades invisibles de Italo Calvino cuando MJ dejó este poemario sobre mi regazo. “Te gustará”, dijo, y lo guardé en la cartera de los viajes diarios en tren hasta Madrid. Así las cosas, yo leyendo y viajando, no ocurrió otra cosa que esa que sucede cuando un poemario cala el alma: disfrutar, dejar pasar estaciones, meditar.
Cinta transportadora es un compendio de reflexiones silenciadas que Ángel Petisme provoca en el lector. Las descripciones que contiene de ciudades, buscan situar la mente del lector en el lugar idóneo para recibir el “encargo”. El “encargo” puede tardar en manifestarse, pero llegará, porque la espiritualidad depositada en los versos o las líneas de los poemas, los pensamientos íntimos, de deseo, son cargas de profundidad que buscan el alma del lector.
La cinta trasportadora de Petisme es de plástico trasparente, nos deja ver el vacío tras el amor, nos deja contemplar el espíritu viajero de su autor, ese soplo de vida que hace que sólo se sienta extranjero en su propia tierra (Boulevard Che Guevara), el único sitio en el que la cabeza atenaza al corazón (Mapa de besos).
La libertad es siempre una tierra por conquistar, Ángel.
Viajar es guardar tesoros en el alma.
Sí. Viajar puede ser huir. Viajar puede ser un deber. A veces, viajar es un sueño. Los escritores deben viajar y luego deben escribir (Moleskine) para contarnos, para transportarnos, para hacernos pensar. Porque “somos memoria y ámbar de aquello que leemos y viajamos” (Sturm und drang), porque lo más preciado de los viajes lo guardamos dentro, tras la retina, y cuánto me acuerdo de aquellos que lamentablemente no pueden ver, y lo siento mucho más por aquellos que aún viendo, no saben disfrutar, no saben guardar.
La poesía de Ángel Petisme abre la mente. Como esas flores carnívoras, se vale de su vistosidad para atraparte, para hacerte suyo. No será humano quién después de leer el poema de la página 32 (Quería arrancarle unas gotas de rocío al siglo XX…) no sienta rugir su corazón e intente recuperar al niño que lleva dentro.
Te quema, sí, pero te dejas arder.
Muy próximo a la poesía del silencio, con una rica economía de medios, la descripción de las ciudades por la que transita el poemario de Ángel Petisme, busca la reflexión de forma medida, intencionada.
Exactamente igual que con Las ciudades invisibles de Italo Calvino.

No es casualidad,
las casualidades, ya saben,
no existen.


Esteban Gutiérrez Gómez

Fuente: http://enbuscadeitaca-ada.blogspot.com/2009/12/cinta-transportadora-de-angel-petisme.html

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