Porque apenas estamos,
por este acontecer que mira al cielo
para doblar creencias
o por la realidad que se consume,
como una risa,
extraña de existir.
Por la incógnita dulce del amargo silencio,
por el dolor a medias
o el placer impreciso,
por otra sinrazón que no voy a imprimir,
pero que imprimo
en el papel de la melancolía;
me siento inacabado.
Pero bendigo el don de la ignorancia,
el modo inconfundible con que nos confundimos,
la frágil soledad que empuja los entornos
para alejarnos de nosotros mismos.
Porque apenas estamos
y es otro el “sinlugar” que nos cobija,
podemos esperar
y hundir el punto frío de la interrogación
en la arena caliente del fracaso,
o sumergir su curva en el mar de la herida,
para observar,
ingrávidos,
cómo le crecen branquias a la muerte.
Por mi parte,
me quedo persiguiendo la certeza
que me alejó de todo,
la quieta finitud que mueve al mundo,
el ojo de cristal donde planean,
el olvido y el tiempo,
el último comienzo en que rendirse.
Luis Oroz
Blog del autor
Luis, un gran poema que nos permite reflexionar sobre esos mundos interiores que pueblan nuestras noches m