David Sarrión o ‘El arte de proyectar sonidos invisibles’
Recientemente fue editado el primer poemario del escritor albaceteño David Sarrión. Un poemario visual, urbano, con tintes de realismo sucio y la influencia de Montero o González. Con guiños cotidianos y trasfondos intimistas. Un primer paso sólido en el empinado camino de la literatura.
El escritor novel, el incipiente, alcanza su primer gran logro cuando ve editados en forma de libro sus textos. Así ha ocurrido con David Sarrión Galdón y su primer poemario El arte de proyectar sonidos invisibles. El autor comenta el nacimiento del mismo y sus gustos y posturas literarias.
— El arte de proyectar sonidos invisibles ya está en la calle. ¿Cómo ha llegado hasta ella?
— Yo escribo todos los días. Antes del libro hacía encuadernaciones para regalar a mis amigos pero un día decido un cambio de vida y apostar por la poesía, así que mandé poemarios a diferentes editoriales (Madrid, Bilbao…). En verano de 2006, la editorial Otra Dimensión – un sello independiente – me pidió 20 poemas más para editar el libro y se publicó en diciembre.
— ¿Cómo esta construido el libro?
—Contiene un orden temático pero lo que despierta mi interés es impactar al lector con los dos o tres primeros poemas y con los dos o tres últimos, que tengan fuerza y animen al lector a seguir leyendo. Hace una semana me decía un amigo: «He empezado a leer tu libro dos o tres veces y no he podido pasar del primer poema porque rompo a llorar cada vez que lo leo».
—¿Qué temáticas abordas en tus poemas?
—Es poesía social, en contextos urbanos y con matices reivindicativos en una medida justa, como con el asunto de la memoria histórica y el hecho de que todos tenemos derecho a poder visitar a nuestros muertos. Suena «jodido», suena crudo pero es así: aún quedan muchas fosas comunes republicanas. También me interesa tratar la poesía como un elemento común: todos somos parte de una poesía en la que se caminan las calles de Albacete o cualquier otra ciudad.
—¿Qué autores visitas cuando lees?
—Me da mucho miedo leer poesía por el hecho de ver que está todo dicho y bien dicho. ¿Qué voy a decir yo ahora? Me interesan los mundos de García Montero y Ángel González.
—¿En qué escenarios sitúas tus poemas, que recursos sirven a tu propósito?
—Mis poemas son visuales, me gusta relatar lo que veo. En cada paseo intento destacar cosas mínimas: una mirada, unas zapatillas rotas… cosas que todos vemos aunque no tengamos consciencia de ellas. Intento que mis ojos se llenen de imágenes para que cuando me siento a escribir me lleguen todas ellas y trato después de descifrarlas de un modo que logre despertar el interés de quien lo lea. Los escenarios son múltiples: un mar inventado una noche de paredes vacías y manzanillas locas a media tarde, contextos urbanos o rústicos; me gusta caminar por la calle y ver la gente que cruza. O escenarios concretos como Lavapiés en Madrid, donde se puede comprobar que Bukowski sigue vivo, que está durmiendo en medio de la plaza con una manta y un colchón acartonado.
El también escritor albaceteño Matías Miguel Clemente señala a propósito de ‘El arte de proyectar sonidos invisibles’:
Si algo hace la poesía es proyectar, no sé si oscuridad o luz, tal vez las dos cosas. José Antonio Marina dice que es luz detenida y creo que tiene algo de razón. El arte de proyectar sonidos invisibles es el primer libro del poeta David Sarrión Galdón. Un primer libro en el que David, cuanto menos, inquieta. “Ellos están locos porque me miran” y me acuerdo de El peor viaje del mundo de Apsley Cherry-Garrard. David ha hecho su viaje de invierno. “Me temo como temo al invierno, como amo al invierno” y seguramente habrá pasado frío y más que pasará porque sabe mirar al invierno con ojos de invierno. Pasará frío porque es un poeta joven y pasará frío porque la realidad le acaba de pegar una bofetada y, como poeta que es, tiene la necesidad-obligación de decirlo. Porque hace una búsqueda inútil, porque a veces no sabe lo que busca, pero camina, y David tiene los ojos del observador obtuso que es el poeta.
(Esta entrevista se publicó el domingo 21 de enero de 2007 en el periódico El Día de Albacete. Puede consultarse el original en formato PDF en la dirección http://ricardoperez.wordpress.com)
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